Escribió Luis Cernuda sobre sí mismo en «El poeta y los mitos» de su obra Ocnos (las negritas y el subrayado son míos):
Bien temprano en la vida, antes que leyeses versos algunos, cayó en tus manos un libro de mitología. Aquellas páginas te revelaron un mundo donde la poesía, vivificándolo como la llama al leño, trasmutaba lo real. Qué triste te apareció entonces tu propia religión. Tú no discutías ésta, ni la ponías en duda, cosa difícil para un niño; mas en tus creencias hondas y arraigadas se insinuó, si no una objeción racional, el presentimiento de una alegría ausente. ¿Por qué se te enseñaba a doblegar la cabeza ante el sufrimiento divinizado, cuando en otro tiempo los hombres fueron tan felices como para adorar, en su plenitud trágica, la hermosura?
Que tú no comprendieras entonces la casualidad profunda que une ciertos mitos con ciertas formas intemporales de la vida, poco importa: cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron. Aunque al lado no tuvieses alguien para advertirte del riesgo que así corrías, guiando la vida, instintivamente, conforme a una realidad invisible para la mayoría, y a la nostalgia de una armonía espiritual y corpórea rota y desterrada siglos atrás de entre las gentes.
Como vimos en el artículo anterior de esta serie, Luis Cernuda leyó a Bécquer con 11 años. En este párrafo declara que antes de leer «versos algunos», lo que incluye entonces a Bécquer, leyó un libro de mitología. Según la frase «cayó en tus manos», da la impresión de que se trataba de una lectura azarosa y casual. No hay dato alguno en el texto que nos indique qué edad entiende Cernuda para «bien temprano en la vida». Podrían ser 7, 8, 9 ó 10 años. O menos. A partir de aquí , y a falta de datos, es necesario dejar claro que entraré en el terreno de la conjetura.
No es muy habitual que un niño de menos de 11 años se interese y lea un libro de mitología para adultos. Pero los libros de Bécquer que leyó Cernuda lo eran. Por tanto, tal vez el niño leyera un libro de mitología para adultos. También es posible y quizás más probable que, siendo aún muy pequeño, el libro de mitología que cayera en sus manos fuera un libro para niños.
Me cuenta mi madre que los libros de Bécquer no fueron los únicos que prestaron Luisa y Brígida de la Sota a las hermanas de Luis. Al parecer no era costumbre extraña que Luisa y Brígida prestaran libros a sus primas (que al parecer terminaba leyendo Luis), pues el padre de aquéllas, Mariano de la Sota y Lastra, por sus estudios e inquietudes intelectuales (era doctor en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras), poseía una gran biblioteca.
Tal vez si ese libro de mitología al que hace referencia Cernuda cayera en sus manos porque se lo prestaran sus primas bien a sus hermanas, bien a él, entonces se podría saber qué libro es. Tal vez éste.
Se trata del opúsculo de Fernán Caballero La mitología contada a los niños y los grandes hombres de Grecia (1865), al que le dediqué esta entrada ya hace tiempo (allí hay más detalles). Es un libro precioso y entrañable con unos pequeños grabados hermosísimos, muy apropiado para introducir a los pequeños en el conocimiento de las principales leyendas y los principales personajes de la mitología griega.
Además de la reciente edición parcial (2003) de Ediciones Irreverentes, también ha aparecido una edición facsimilar (Editorial Maxtor, Valladolid, 2008) de la publicada en Madrid por el Apostolado de la Prensa en 1926.
Feliz mitología griega la que nos descubre Cernuda: «cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron». En algún lugar del mundo alguien cuenta una leyenda o narra un mito a un niño… y entonces, sin darnos cuenta, el mundo recibe un bien, se alegra y se salva.
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