HELLENIKÁ. RECURSOS DE GRIEGO ANTIGUO

Materiales y recursos de Griego para enseñanza secundaria. Experiencias, propuestas didácticas y temas variados.

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    Ricardo L. Rodríguez., profesor de Enseñanza Secundaria de Griego. Blog dedicado a mis alumnos/as de Bachillerato, y a estudios de filología griega y tradición clásica. Alguna vez se colarán temas variados e incluso alguna historia personal.

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Archive for the ‘FICCIONES LITERARIAS’ Category

Antigua Grecia, literatura, actualidad: «Sombra» de E. A. Poe

Posted by Ricardo en 15 abril, 2020

«Sombra» es un cuento breve de Edgar Allan Poe. Está ambientado en la Antigua Grecia, concretamente en el año 794 (aunque en el cuento no se dice, pero hay que entender la fecha antes de Cristo).

En el relato, un grupo de siete amigos se encuentran reunidos en un palacio celebrando una macabra cena de duelo en honor de su camarada muerto Zoilos. La historia está contada desde el punto de vista del anfitrión, Oinos (palabra que en griego significa «vino»; lo rojo como símbolo de la sangre recorre todo el relato). El ambiente de la cena es siniestro, pero todos ríen, cantan y beben. Fuera, las calles están desiertas a causa una epidemia letal que está diezmando a la población.

A continuación, y a modo de reflexión, se ofrece  una «dramatización actualizada» del cuento, según la traducción de Julio Cortázar.

SOMBRA

PARÁBOLA

Sí, aunque marcho por el valle de la Sombra…

(Salmo de David, XIII)

Vosotros los que leéis aún estáis entre los vivos; pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras. Pues en verdad ocurrirán muchas cosas, y se sabrán cosas secretas, y pasarán muchos siglos antes de que los hombres vean este escrito. Y, cuando lo hayan visto, habrá quienes no crean en él, y otros dudarán, mas unos pocos habrá que encuentren razones para meditar frente a los caracteres aquí grabados con un estilo de hierro.

El año había sido un año de terror y de sentimientos más intensos que el terror, para los cuales no hay nombre sobre la tierra. Pues habían ocurrido muchos prodigios y señales, y a lo lejos y en todas partes, sobre el mar y la tierra, se cernían las negras alas de la peste.

 

 

Para aquellos versados en la ciencia de las estrellas, los cielos revelaban una faz siniestra; y para mí, el griego Oinos, entre otros, era evidente que ya había llegado la alternación de aquel año 794, en el cual, a la entrada de Aries, el planeta Júpiter queda en conjunción con el anillo rojo del terrible Saturno.

 [ 7 + 9 + 4 = 20  (¿2020?) ]

 

Si mucho no me equivoco, el especial  espíritu del cielo no sólo se manifestaba en el globo físico de la tierra, sino en las almas, en la imaginación y en las meditaciones de la humanidad.

(La borrasca «Gloria» dejó en España 13 muertos y 4 desaparecidos)

En una sombría ciudad llamada Ptolemáis, , en un noble palacio, nos hallábamos una noche siete de nosotros frente a los frascos del rojo vino de Chíos. Y no había otra entrada a nuestra cámara que una puerta de bronce; y aquella puerta había sido fundida por el artesano Corinnos, y, por ser de raro mérito, se la aseguraba desde dentro. En el sombrío aposento negras colgaduras alejaban de nuestra vista la luna, las cárdenas estrellas y las desiertas calles;

 

 

pero el presagio y el recuerdo del Mal no podían ser excluidos.

Estábamos rodeados por cosas que no logro explicar distintamente; cosas materiales y espirituales, la pesadez de la atmósfera, un sentimiento de sofocación, de ansiedad; y por, sobre todo, ese terrible estado de la existencia que alcanzan los seres nerviosos cuando los sentidos están agudamente vivos y despiertos, mientras las facultades yacen amodorradas.

 

Un peso muerto nos agobiaba. Caía sobre los cuerpos, los muebles, los vasos en que bebíamos; todo lo que nos rodeaba cedía a la depresión y se hundía; todo menos las llamas de las siete lámparas de hierro que iluminaban nuestra orgía. Alzándose en altas y esbeltas línea de luz, continuaban ardiendo, pálidas e inmóviles; y en el espejo que su brillo engendraba en la redonda mesa de ébano a la cual nos sentábamos, cada uno veía la palidez de su propio rostro y el inquieto resplandor en las abatidas miradas de sus compañeros. Y, sin embargo, reíamos y nos alegrábamos a nuestro modo -lleno de histeria-, y cantábamos las canciones de Anacreonte -llenas de locura-, y bebíamos copiosamente, aunque el purpúreo vino nos recordaba la sangre.

Porque en aquella cámara había otro de nosotros en la persona del joven Zoilo. Muerto y amortajado yacía tendido cuan largo era, genio y demonio de la escena. ¡Ay, no participaba de nuestro regocijo! Pero su rostro, convulsionado por la plaga, y sus ojos, donde la muerte sólo había apagado a medias por el fuego de la pestilencia, parecían interesarse en nuestra alegría, como quizá los muertos se interesan en la alegría de los que van a morir. Mas aunque yo, Oinos, sentía que los ojos del muerto estaban fijos en mí, me obligaba a no percibir la amargura de su expresión, y mientras contemplaba fijamente las profundidades del espejo de ébano, cantaba en voz alta y sonora las canciones del hijo de Teos.

 

Poco a poco, sin embargo, mis canciones fueron callando y sus ecos, perdiéndose entre las tenebrosas colgaduras de la cámara, se debilitaron hasta volverse inaudibles y se apagaron del todo. y he aquí que de aquellas tenebrosas colgaduras, donde se perdían los sonidos de la canción, se desprendió una profunda e indefinida sombra, una sombra como la que la luna, cuando está baja, podría extraer del cuerpo de un hombre o de un dios, pero ésta no era la sombra de un hombre o de un dios, ni de ninguna cosa familiar. Y, después de temblar un instante, entre las colgaduras del aposento, quedó, por fin, a plena vista sobre la superficie de la puerta de bronce. Mas la sombra era vaga e informe, indefinida, y no era la sombra de un hombre o de un dios, ni un dios de Grecia, ni un dios de Caldea, ni un dios egipcio. Y la sombra se detuvo en la entrada de bronce, bajo el arco del entablamento de la puerta, y sin moverse, sin decir una palabra, permaneció inmóvil. Y la puerta donde estaba la sombra , si recuerdo bien, se alzaba frente a los pies del joven Zoilo amortajado. Mas nosotros, los siete allí congregados, al ver cómo la sombra avanzaba desde las colgaduras, no nos atrevimos a contemplarla de lleno, sino que bajamos los ojos y miramos fijamente las profundidades del espejo de ébano. Y al final yo, Oinos, hablando en voz muy baja, pregunté a la sombra cuál en su morada y su nombra. Y la sombra contestó: «Yo soy SOMBRA, y mi morada está a lado de las catacumbas de Ptolemáis, y cerca de las oscuras planicies de Clíseo, que bordean el impuro canal de Caronte.»

Y entonces los siete nos levantamos llenos de horror y permanecimos de pie temblando, estremecidos, pálidos; porque el tono de la voz de la sombra no era el tono de un solo ser, sino el de una multitud de seres, y, variando en sus cadencias de una sílaba a otra, penetraba oscuramente en nuestros oídos con los acentos familiares y harto recordados de mil y mil amigos muertos.

______________________________

Aquí ofrecí en su momento la versión en cómic del relato por Richard Margopoulos y Richard Corben (1985). Y aquí lo presenté en este blog.

Dejo además una fantástica dramatización teatral del gran Pepe Mediavilla, actor de doblaje, voz habitual de los actores Ian McKellen (Gandalf de El Señor de los anillos) y Morgan Freeman. Valga como homenaje póstumo a su maravilloso trabajo.

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CUENTOS DE RATONES: NUEVAS AVENTURAS DE LEO

Posted by Ricardo en 7 junio, 2009

Antes de la unión de Leo y Quinquecita y de que ambos formaran la gran familia que llegaron a ser, Leo vivió grandes aventuras por la galaxia y por otros mundos, incluida la Tierra. Recordemos que Leo vivía feliz y tranquilo en su  casa del tronco del álamo y que convivía en paz y armonía con todos los pájaros de Cucópolis de las Nubes.

Knya o Culebrina

Knya o "Culebrina"

Una de las primeras cosas que hizo al llegar a este simpático planeta, conocido también como Coquinefelandia, fue adoptar como padrino a una cría de colibrí que había perdido a sus padres en un desgraciado accidente. La cría fue encontrada por un gorrión volandero, sola y desamparada en su nido. El gorrión se apiadó de ella, la recogió y la dejó en el refugio estatal para crías huérfanas. La adopción por Leo de la pequeña colibrí le fue sugerida por su buen amigo el mirlo cartero de Cucópolis, porque así comprendería mejor a los pájaros entre los que vivía y, a su vez, Leo ganaría consideración entre ellos en la idea de que también él había sido “adoptado” por éstos. Así que Leo se convirtió en el padrino y tutor de la pequeña colibrí hasta que ésta se hizo adulta e independiente. Al ratoncillo no se le ocurrió otro nombre para ella que Knya, aunque Tagistes, el mirlo cartero, la llamaba cariñosamente “Culebrina”, porque, de pequeña que era, le parecía un gusanillo o pequeña culebra más que un colibrí. En pocas semanas, Knya volaba ya sola y libaba con avidez de las grandes flores del planeta pajaril.

Desprendido pronto de la responsabilidad hacia Knya (si bien Leo siempre mantuvo sus lazos de cariño y protección hacia la diminuta colibrí y toda su vida estuvo pendiente de ayudarla en lo que pudiera, incluso los hijos de Leo y Quinquecita la llamaban la “tía Culebrina”), a nuestro ratoncito le vino de pronto el afán de conocer nuevos mundos y vivir otra vez emocionantes aventuras. Tagistes llevó a Luminolandia una carta de Leo a Quinquecita en la que le explicaba el proyecto de su viaje, sus preparativos y su intención de ausentarse de Cucópolis algún tiempo. Su primera idea era la de visitar a Frederick en la Tierra, viaje largo y no exento de peligros por la reciente oleada de cebollarqueros y ajoguerreros (1) que pirateaban la zona sembrando el terror en los mares siderales. Era mejor, sin duda, planear un viaje con pequeñas escalas aquí y allá, antes que uno largo y directo desde Cucópolis a la Tierra,  más peligroso y arriesgado.

Cantárides, Cant para los amigos
Cantárides, «Cant» para los amigos, en acción

Por eso, su viejo amigo, el escarabajo pelotero de la Tierra conocido como Cantárides, “Cant” para los suyos, ayudó de nuevo a Leo en su viaje. Cantárides, por ser un escabarajo totalmente negro, pasaba desapercibido volando por el espacio sideral y, además de su camuflaje natural, el embadurnamiento de su cuerpo en caca de vaca despistaba a los colorradares (2) que rastreaban la zona en busca de nuevas presas. Lo único malo del viaje fue que Leo no tuvo más remedio que ponerse él también camuflaje de caca de vaca, que le llevó Cantárides desde la Tierra en forma de redonda pelotita. Por cierto, que, a su salida de la Tierra, Cantárides fue testigo de un inesperado incidente, pues un águila se llevaba en sus garras a una pequeña liebre que le solicitaba a gritos al escarabajo su ayuda para no morir. Nuestro valiente escarabajo quiso interceder por ella al águila que lo despreció por ser pequeño, negro y feo. El águila remontó el vuelo llevándose a la liebre hasta su nido, pero Cantárides, rápidamente, hizo una de sus famosas pelotas de caca de vaca, persiguió al águila hasta su nido de la montaña y, antes de que ésta pudiera dar muerte a la liebre y comérsela, dejó caer certeramente la pelotita de tan maloliente material sobre el nido, ensuciando a los polluelos del águila que no tuvo más remedio que soltar a la liebre para dedicarse a limpiar a sus crías. La liebre escapó a todo correr montaña abajo mientras le daba las gracias a su salvador. Pues bien, decía que a Leo no le hizo ninguna gracia tener que embadurnarse de caquita, pues los ratones, aunque las personas crean lo contrario, son extremadamente limpios y aseados. De esta guisa viajó Leo a lomos de Cantárides, primero desde Cucópolis de las Nubes hasta la Luna, y desde allí a la Tierra. Por suerte, el truco funcionó a las mil maravillas, pasando los dos amigos inadvertidos para los colorradares y los piratas cebollarqueros y ajoguerreros.

Lo primero que hizo Leo al llegar a la Tierra, antes de ver a Frederick, fue ir a casa de su amigo el jefe de estudios para visitarlo secretamente y comprobar que siguiera bien. No en vano, a este humano le debía Leo las buenas raciones de magdalenas, bizcochos y otras exquisiteces que a menudo se había encontrado a la puerta de su casa cuando vivía en la madriguera del despacho del viejo instituto. Lo encontró rodeado de libros, trabajando en no sabía qué cosa. Con el tiempo se enteró de que aquel humano ya no era jefe de estudios y que se dedicaba a otros menesteres. (3)

Hasta aquí esta primera parte de las nuevas aventuras de Leo. Muy pronto contaré su encuentro con las hadas Upala, Gelana y Belisa, su paso por el planeta conocido como «Oinolandia» y su descripción de las mujeres que allí habitaban, su espeluznante aventura con el Hipopótamo del río sideral y su huida, entre grandes peligros, del planeta llamado «Ailurolandia».

 

Paisaje de Oinolandia
Paisaje del planeta Oinolandia


CONTINUARÁ… (lo prometo)

______________________________________

 Imágenes:

«Knya o `Culebrina´»: imagen vista aquí.

«Cantárides, `Cant´para los amigos, en acción: imagen vista aquí.

«Paisaje del planeta Oinolandia»: imagen vista aquí.

Notas:

(1) «Cebollarqueros»: seres similares a una cebolla, redondos y con finas capas de piel enrolladas concéntricamente que solían emplear los ejércitos de los planetas siderales como arqueros, pues lanzaban con gran precisión espinas de higos chumbos; «Ajoguerreros»: otra especie de seres parecidos por su forma curva y su olor a sudor rancio a los ajos, pertenecientes a una casta o sociedad que formaba a sus integrantes desde niños únicamente para las batallas. Apreciados por su ferocidad, eran contratados como mercenarios antes de que se dedicaran, junto a sus aliados los cebollarqueros, al oficio de la piratería.

(2) «Colorradares»: seres verduroides formados por sucesivas capas de piel cóncavas que abrían girando sobre sí mismos . Captaban así los olores de cualquier ser animado en un radio de miles de quilómetros y aportaban con gran exactitud su situación. De inteligencia inferior, no obstante, tras la «Gran Alianza» entre cebollarqueros y ajoguerreros, fueron capturados, sometidos y obligados a trabajar como esclavos en las naves de éstos.

(3) NOTA DEL EDITOR: A continuación el relato sigue con un capítulo sobre los muchos e interesantes libros que Leo observó en la mesa del despacho de su viejo amigo humano. El capítulo se titula “Catálogo de los libros del amigo humano de Leo”, pero hay que advertir que no añade nada a las aventuras del ratoncito, que no resultará muy interesante y que quien no quiera leerlo puede saltárselo y seguir leyendo las aventuras de nuestro querido ratón.

Catálogo de libros:

Mirmecantropomaquia: se trata de un libro que relata una batalla épica, la que enfrentó a las hormigas y a los seres humanos. En cierta ciudad de la Tierra, algunos de sus habitantes abandonan la vida en la ciudad por descontento y hastío, asentándose en el campo, en casitas en donde son invadidos, al poco de llegar, por las hormigas, que sienten que se les ha privado de su territorio natural. Comienza entonces una terrible batalla en la que las hormigas están siendo exterminadas sin piedad por los seres humanos. A punto de desaparecer, las abejas interceden ante Zeus por las hormigas. El rey de los dioses otorga a las hormigas nuevos territorios fértiles y apacibles, con abundancia de todo tipo de recursos, solucionando de forma diplomática el conflicto entre ellas y los hombres.

Los viajes de Meluel Twifs: extrañísima obra sobre un ser humano que visita países de gigantes y de enanos, resultando que, en uno y en otro, siempre es como un bicho raro.

Cuentos verídicos de Lamiquiano: serie de pequeños relatos de fantasía en la que se incluyen, por ejemplo, “Candilicia en el país de las jiribillas” (sobre una niña perdida en un bosque de espejos que vive tormentosas aventuras en un país en el que todos sus habitantes están siempre nerviosos), “La comedia de los miopes”, etc.

El coloquio de los seres híbridos: obra filosófica de autor anónimo que parte de la idea o explicación religioso-filosófica de la noción griega de «hýbris» como soberbia, desmesura, falta de equilibrio, etc. En ella, los seres híbridos, extrañas criaturas resultado de mutaciones y mezclas extrañas de animales de distintas especies, son seres de hýbris. El pecado de los primeros progenitores contra los dioses se extiende a los hijos y así sucesivamente. Cada ser híbrido culpa del mal que le aqueja a otro ser híbrido anterior que hace lo propio con sus antecesores y así eternamente. La obra pretende mostrar cómo la responsabilidad sobre un error cometido debe afrontarse y asumirse con responsabilidad.

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POESÍAS MITOLÓGICAS

Posted by Ricardo en 3 junio, 2009

Siempre he pensado que éste es el blog que «administro», no que es «mío». Pertenece a toda la comunidad virtual: a los/as alumnos/as, a los/as comentaristas y amigos/as y sólo en parte a su administrador. Hoy me cabe el placer de recibir en él dos poemas. Uno, de la madre de un alumno de 3º. de E.S.O. de Cultura Clásica; otro, de un alumno de 1º. de Bachillerato.

La Sra. Paar es licenciada en Filología Clásica y muy aficionada a la lectura y escritura. Me enseñó uno de sus poemas de tema mitológico, le sugerí este marco para su publicación y aceptó.

El alumno David A.S. de 1º. de Bachillerato es, igualmente, aficionado a la lectura y a la poesía. Me habló de su gusto por escribir poemas y le animé  a que escribiera uno para su publicación en este blog. El suyo es el segundo («Orfeo»).

He aquí los poemas.

Soy Ulises, Rey de Ítaca,

navego por el Mediterráneo,

charco índigo y sereno.

Mi dócil velero me obedece,

lame las olas plácidamente.

Pongo rumbo a mi amada isla.

¡Cuánto la añoro!

Isla multicolor con sabor a tomillo,

sembrada de olivos y viñedos,

plagada de cigarras.

Hoy la vida me sonríe,

me resulta bella,

por fin vuelvo a casa…

Esposa, Dulcinea mía, mi bella Penélope,

perdóname,

deja de tejer ya.

Esta vez, sí vuelvo.

Cierto, te he sido infiel

más de una vez.

Hermosas sirenas de escamas rutilantes,

cuerpos chorreando, centinelas orgullosas,

erguidas y esbeltas,

estrellas de mar plateadas,

gacelas acuáticas desafiando al viajero.

¡Ay, Calipso!, pérfida anfitriona,

labios anacarados, ojos ambarinos,

cabello revuelto poblado de conchas

¡Qué locura!

Perfume embriagador, esencia de higuera.

Esposa, Dulcinea mía, mi bella Penélope,

perdóname,

deja de tejer ya.

Esta vez, sí vuelvo.

¿Qué ocurre?

Algo extraño me está pasando.

Poseidón remueve su charca,

Eolo, compinchado, lanza su borrasca.

De repente, me veo sacudido en un mar enfurecido.

Mi velero, desbocado, ya no me hace caso.

Ambos intentamos resistir.

Luchamos y luchamos.

Mis dedos ensangrentados ya no dominan los cabos,

barlovento y sotavento se condunfen.

Ya entiendo:

los dioses han decidido vengarse,

saben que abandono a sus hijas.

Esposa, Dulcinea mía, mi bella Penélope,

perdóname,

deja de tejer ya.

Esta vez, sí vuelvo.

Fracaso absoluto,

trabucamos.

Mi velero entristecido se despide de mí

¡Adiós!, fiel compañero,

muchas millas recorrimos juntos,

te hundes y te hundes,

agitas tu viejo mástil.

Tu bandera deshilachada se ahoga

¡Qué horror!

Una tristeza infinita me invade.

Contemplo impotente la muerte de mi Socio,

un amigo, un cómplice, se me va.

Me siento a la deriva.

Esta vez sí, los Dioses me han traicionado…

Me encuentro

sumergido en un mar de dudas.

Las olas intentan engullirme.

Mis brazos frenéticos no dan abasto.

¡He decidido luchar!

Me enfrento a las olas.

Estas malditas gigantes se empeñan en devorarme…

Nado, nado y sigo nadando.

Las horas transcurren.

¿Cuántas?

He perdido la cuenta.

¿Qué importa sino mi salvación…?

Esposa, Dulcinea mía, mi bella Penélope,

perdóname,

deja de tejer ya.

Esta vez, sí vuelvo.

Oteo el horizonte,

mis ojos dibujan una esperanza.

¡No me lo puedo creer!

Por fin veo tierra.

De nuevo: aspavientos a tutiplén.

Mi vigor se vuelve a agilizar.

Ni sé de dónde saco fuerza.

Ya ni siento mi cuerpo castigado.

Es un simple envoltorio

que me llevo hacia la orilla.

¡Victoria!

Toco fondo, hago pie.

Fondo arenoso, delicioso y acogedor.

Ya no nado, soy una vulgar serpiente: reptando y reptando,

mis dedos ensangrentados se hunden en la arena.

Bendita orilla, te amo.

Eres mi salvación,

aquí me quedo, en duermevela.

Estoy salvado.

¿Dónde estoy, fecha y planeta?

¿Qué importa sino mi salvación?

Transcurren horas o tal vez días,

francamente no lo sé.

Mis ojos quemados no pueden más,

mis párpados pesan horriblemente,

un zumbido espantoso invade mi mente.

Prefiero hacerme el dormido,

mejor el muerto.

A lo lejos, adivino el ladrido de un perro,

lo estoy sintiendo, se está acercando.

¿Pero qué confianza es ésta?

¡Me está lamiendo la cara!

Su olor y su tacto me son familiares.

No me lo puedo creer, ¡es mi viejo perro!

Una alegría indescriptible me recorre el alma.

Un silbido; alguien se acerca, un muchacho

de cabello castaño y rizado.

Mi mente procesa.

¡Increíble, es Telémaco mi propio hijo!

¡Qué hermoso te has vuelto!

¿Cuánto tiempo llevo Yo fuera?

Poderío eufórico…

Mi gente, mi Isla.

Por fin, los Dioses se han apiadado de mí.

He naufragado en mi propia isla,

jugada del destino.

Zeus Todopoderoso, ¡gracias!

Te quiero…

Esposa, Dulcinea mía, mi bella Penélope,

perdóname,

deja de tejer ya.

Esta vez sí, he vuelto…

_____________________________________

«Orfeo»

Solo, mirando el silencio,

solo, escuchando el vacío,

buscándote, triste me pierdo

aquí en mi desierto baldío.

Noto una luz en mi espalda,

huelo el sabor del dolor,

odio la soledad amarga

ya que a todo roba el color.

No le tengo miedo a Plutón

¿No ves que no puedo arder?

No hay más fuego en el infierno

del que hay dentro de mi piel.

Hoy voy a ir al infierno

a por el amor de mi vida,

dormiré a Can Cerbero

con el sonido de mi lira.

Te pierdo por segunda vez.

¡Maldita desconfianza!

¡Maldita estupidez!

Hoy de mí te apartan.

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DEIDADES OCIOSAS, CÓMIC DE MIGUELANXO PRADO

Posted by Ricardo en 19 mayo, 2009

Tangencias. ¿Por qué algunas relaciones sentimentales sólo llegan a fructificar de forma tangencial, imperfecta y limitada? ¿Qué provoca que dos vidas, que en un momento dado se unen con la máxima intensidad, separen sus caminos? Son las tangencias de la vida.

Sobre estas y otras cuestiones nos hace reflexionar Miguelanxo Prado en su obra de cómic titulada Tangencias. Un libro que nos habla de la vida, del amor, de las relaciones de pareja y del sexo. La lectura de sus inteligentes palabras y de sus hermosas imágenes nos lleva a interiorizar aquellas preguntas y a caminar hasta el fondo de nosotros mismos y de nuestras experiencias.

La obra, compuesta por ocho relatos cortos independientes entre sí aunque con un nexo de unión temática, se comenzó a publicar a finales de los años ochenta del pasado siglo en revistas de cómics como Cairo y Cimoc. Norma Editorial la publicó en un volumen en junio de 2006.  Dentro de ella resulta curioso el relato llamado «Deidades ociosas», en el que una pareja de amantes es comparada a divinidades del Olimpo: una poderosa ejecutiva y un influyente periodista, controladores a capricho de los designios de «los simples mortales que pululan angustiados allá abajo».

-Olga: Y esta tarde los dioses de este Olimpo de fin de siglo, ajenos a los afanes de los hombres, han hecho el amor.

-Héctor: Te ha quedado muy bonito. ¿Tienes a menudo estos delirios mitológicos?

-Olga: Bueno… También algunas diosas griegas tuvieron asuntos amorosos con mortales interesantes. ¿Nos vemos el viernes?

-Héctor: De acuerdo… Yo traeré el champán.

Tangencias página

____________________________

Me quedo por aquí… a reflexionar un rato sobre «las tangencias».

Imagen tomada de aquí

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RELATO MITOLÓGICO (Reedición)

Posted by Ricardo en 25 septiembre, 2008

(El servicio de blogs de ya.com ha caído y con él todos los blogs alojados en él. Mi antiguo blog estaba allí, así que quien acceda a este nuevo blog se ha quedado sin posibilidad de consultar los contenidos de aquél. A partir de ahora iré publicando aquí algunos contenidos de mi antiguo blog que he conseguido «rescatar» del caché de G**GLE. A continuación lo hago con un relato breve. Lo publico tal cual, sin cambiar nada, salvo la inclusión de unos enlaces finales. Fue publicado el 10 de enero de 2008 y tuvo 4 comentarios)

Me llaman Teseo, rey de Atenas. Yo no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi humildad lo quiera, no en vano fueron reyes mis padres y soy del propio linaje divino, como escribirán los vates de los siglos posteriores. La leyenda relatará mi justicia como monarca, mi desdicha como padre, mi valentía como héroe. Casi toda será verdadera, excepto en un punto: el Minotauro de Creta no murió por mi mano. Concedo que la causa del yerro sea la ignorancia. Cercana ya la hora de mi muerte, desearía narrar una historia: la mía propia. Pues es cierto que en la isla amada por Zeus nació un ser deforme, hijo de unión aberrante entre mujer y animal; no es menos cierto que el nacido no fue pasto del Hades, sino que se le crió apartado de la compañía de los seres humanos y que, desde su infancia, se le ocultó como vergüenza para los dioses. Pero la hermana del monstruo, Ariadna, que mal ejemplo tuvo en su madre, lo amaba profundamente.
Teseo llegó a Creta para liberar a mi querida Atenas de su horrible tributo: siete jóvenes machos y siete jóvenes hembras de ser humano, sacrificados anualmente en honor a la bestia. Ariadna ayudó a Teseo y le entregó un cordel en ovillo, para que encontrara el camino de regreso de la intrincada guarida donde la nefanda criatura moraba. Mas el propósito verdadero era que el animal descubriera la salida. Teseo encontró al Minotauro y se encomendó a los dioses para darle muerte:

-Ponzoña viva, fruto de una asquerosa relación, morirás y la gloria quedará conmigo. Te voy a atravesar con mi espada de bronce. Ya no serás ni una vaga sombra en el laberinto.

-Tu espada de bronce -respondió el Minotauro- no puede dañarme. Soy hijo de dioses, un dios yo mismo. Ni siquiera he de manchar mi cornamenta con tu sangre. Con sólo desearlo transferiré tu esencia vital a un lugar remoto…, un lugar de divinos toros celestiales: la morada de mis antepasados.

Nuestras miradas se cruzaron. Cayó el más débil sin apenas lucha alguna. Quedó su piel en el suelo, su espíritu voló a un lugar remoto.

Yo, Asterión, el Minotauro, siendo una divinidad como soy, hace ya muchos años que allí, en el laberinto, tomé la figura del joven que pretendía acabar mi vida con una espada, una vez vacié el espíritu de su cuerpo. El resto sí será bien escrito por los venideros: abandoné a Ariadna en Naxos, no desplegué velas blancas en mi navío, mi padre se arrojó al acantilado y murió, me convertí en un gran héroe y en un rey justo y bondadoso, mi hijo pereció por los designios de una diosa cruel. Y yo he de morir también, amado por mi pueblo.

A la autora de «Hilo de Ariadna»

Puedes conocer el mito original de forma visual aquí: 1ª. parte, 2ª. parte y 3ª. parte.

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MICRORRELATO MITOLÓGICO (Reedición)

Posted by Ricardo en 24 septiembre, 2008

(El servicio de blogs de ya.com ha caído y con él todos los blogs alojados en él. Mi antiguo blog estaba allí, así que quien acceda a este nuevo blog se ha quedado sin posibilidad de consultar los contenidos de aquél. A partir de ahora iré publicando aquí algunos contenidos de mi antiguo blog que he conseguido «rescatar» del caché de G**GLE. A continuación lo hago con un microrrelato. Lo publico tal cual, sin cambiar nada, salvo la inclusión del enlace en el nombre de Calipso y de la imagen final. Fue publicado el 13 de enero de 2008 y tuvo 6 comentarios)

La lluvia se confundía con sus lágrimas. Regresó, cenó y, en el fondo de la cueva, Él y Ella se reconfortaron en su Amor. Por la mañana, aparejó la balsa y entregó la vela a los vientos. Buscaba una isla querida, buscaba a su mujer, por tantos años perdidas. Ella lo contemplaba partir. La tela blanca se hacía más pequeña. Él, que tanto había sufrido, miraba hacia la playa, marchándose como el que se desangra. Ya casi no La veía.

-Adiós, Calipso, perdóname…

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«SÉ QUE ME ESTÁS BUSCANDO» (Relato mitológico)

Posted by Ricardo en 10 septiembre, 2008

He sabido que me andas buscando, muchacha de ojos oscuros, ondulado cabello y sonrisa de arroyo claro. Tengo ya la certeza de que sigues mis huellas, tras haberte amado mucho antes de escuchar los mudos rumores de este mundo tenebroso. También yo te he buscado y te he seguido, como un lobo que en el bosque sigue el rastro de sangre de una cierva herida, pero no he podido alcanzarte ni llegar hasta ti, puerto y refugio de mi vida. Sé que inscribes mi nombre en las rocas todos los días, mas los signos se borran, desaparecen antes de que los encuentre. No sé cómo decirte que te estoy buscando y que no puedo hallarte.

Ya no sentimos, no tenemos labios con que besarnos, ni manos con que acariciarnos, ni ojos con  que mirarnos, ni tan siquiera alma con la que sentirnos; no nos queda vestigio alguno de sentido para amarnos. Somos sombras, los dos, sombras que vagan a destiempo en el oscuro Hades.

Sé que me estás buscando.

1-La fuente del relato de la mitología griega

Cidón, rey de Creta, tenía una hija llamada Eulímene a la que había prometido a Áptero, un aristócrata de la isla. De Eulímene se había enamorado otro joven, Licasto, que era correspondido por ella hasta el punto de que se veían y se amaban en secreto. Varias ciudades de la isla se sublevaron contra Cidón el cual consultó al oráculo, obteniendo por respuesta que aplacaría la revuelta con el sacrificio de una joven virgen. Tras sortear de entre todas las jóvenes vírgenes ese aciago destino, le vino a tocar a Eulímene que, con gran resignación por parte de su padre, fue preparada para el sacrificio. Licasto, antes de la inmolación, confesó sus relaciones con Eulímene con la intención de que la soltaran al no ser virgen, pero pareció al pueblo que precisamente por sus engaños la joven debía morir y, finalmente, fue sacrificada. El dolor se agudizó al comprobar los presentes que la joven llevaba en su vientre un hijo, fruto de sus amores con Licasto. Éste, destrozado por el dolor, vagaba errante por los montes, pero Áptero, el joven que estaba prometido a Eulímene, considerándose ultajado y humillado por Licasto, le tendió una trampa, lo mató a traición y huyó de Creta.

La fuente de esta historia es el relato «Sobre Eulímene» de la obra Sufrimientos de amor del mitógrafo Partenio de Nicea. Éste, a su vez, reconoce como antecedente de su relato la narración del mismo de Asclepiades de Mirlea en el libro I de su Historia de Bitinia (1).

2-La reflexión

Los nombres de los protagonistas son nombres parlantes. «Eulímene» significa «buen puerto, buen refugio» (aunque podría proponerse otra etimología, su significado carecería de sentido); «Áptero» significa «sin alas» y, figuradamente, «que no puede escapar, que no tiene libertad»; «Licasto» contiene la raíz de la palabra griega para «lobo» (lýkos) y la del verbo que significa «poner, colocar, estar de pie» (hístemi). 

Mi relato tal vez podría haber aprovechado mejor las posibilidades de la etimología de los nombres y también el elemento dramático del hijo nonato de Eulímene y Licasto, pero he preferido centrarme sólo en la historia de amor de los jóvenes, marcada por la separación con la muerte de ambos.

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(1) Mitógrafos griegos. Edición de Manuel Sanz Morales. Madrid, 2002, pp. 125-126.

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