HELLENIKÁ. RECURSOS DE GRIEGO ANTIGUO

Materiales y recursos de Griego para enseñanza secundaria. Experiencias, propuestas didácticas y temas variados.

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    Ricardo L. Rodríguez., profesor de Enseñanza Secundaria de Griego. Blog dedicado a mis alumnos/as de Bachillerato, y a estudios de filología griega y tradición clásica. Alguna vez se colarán temas variados e incluso alguna historia personal.

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Posts Tagged ‘tragedia griega’

ANTÍGONA, EDIPO REY Y MEDEA: LA TRAGEDIA GRIEGA AQUÍ Y ALLÁ

Posted by Ricardo en 19 enero, 2012

Comentario sobre Medea de Eurípides en el programa de Radio 5 «El buscador»:

Adelanta el vídeo hasta el minuto 1:11, para ver unos fragmantos de Antígona de Sófocles en la antigua serie  de televisión Érase una vez el hombre:

Agustín García Calvo recitando Edipo Rey (versos 1054 y siguientes):

Fragmento de la Párodo de Antígona recitado por 2º. de Bachillerato B.

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2º. BACHILLERATO: LECTURAS DE TRAGEDIAS

Posted by Ricardo en 20 diciembre, 2011

Pueden encontrar las lecturas de las tres tragedias para la segunda evaluación en

ESTE ENLACE.

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EL AMOR FANTASMA: ESQUILO, AGAMENÓN, 414-419

Posted by Ricardo en 7 septiembre, 2010

Negro asesino de la Vida y del Arte,

¡no matarás jamás en mi memoria

a la que fue mi gloria y mi placer!

C. Baudelaire: «Un fantasma». Las flores del mal.

 

Mi padre era médico y me contaba de niño cuentos y leyendas. A veces también me explicaba enfermedades y cosas de medicina. Recuerdo vivamente haber tenido una gran impresión cierta vez en que me habló de las personas que, con un miembro de su cuerpo amputado por accidente o enfermedad, siguen teniendo la sensación de que tal miembro perdido está ahí (una pierna, un brazo, dedos, etc.), pudiendo sentir que les duele, les pica, les roza la ropa u otras sensaciones. Después supe que tal afección se conoce en medicina como «síndrome del miembro fantasma».

Nuestra palabra «fantasma» es de etimología griega y significa literalmente «aparición», algo o alguien que se muestra de pronto, que se hace visible o que se manifiesta en un momento dado. A partir de ahí desarrolla sentidos afines como «visión», «imagen ilusoria», «prodigio», «hecho mágico o extraordinario», etc. Mi alumnado sabe lo que me gusta explicar el origen etimológico de esta palabra, cuya mayor frecuencia de uso en el griego antiguo se encuentra, precisamente, en la tragedia.

Pero no es este artículo un estudio semántico. Mi reflexión  quiere ser bien distinta y se refiere a unos versos de la tragedia Agamenón de Esquilo, a su posible significado y al sentido que, a mi entender, se proyecta «vitalmente» de ellos. Nuevamente, encuentro en la literatura griega un reflejo de las grandes cuestiones de la existencia y, de este modo, me reafirmo en aquello que dije de que lo que expresa la literatura griega está en nosotros y en nuestras propias vidas. Véanse este y este ejemplo, entre otros.

Casi tres años después, quedará resuelta la primera de las tres piezas del rompecabezas.

Porque si se produce ese «síndrome del miembro fantasma» cuando una parte física de nuestro cuerpo se pierde, ¿qué nos sucede cuando lo perdido es un sentimiento que nos ha acompañado fiel y duraderamente? Si el cerebro echa de menos una parte  del cuerpo, ¿qué echará de menos el corazón? ¿Sería lícito hablar del «síndrome del sentimiento fantasma»? ¿Y del «síndrome del amor fantasma»? ¿Seguiríamos experimentando sensaciones o sentimientos  cuya principal característica es la imposibilidad? ¿Seguiríamos pensando que está ahí ese sentimiento, ese amor que fue parte de nosotros durante tanto tiempo? ¿Se resiste el corazón a abandonar el amor que un día sentimos por otro al igual que el cerebro niega la falta del miembro perdido?

El amor fantasma es como el miembro fantasma en medicina. Es un amor perdido que el corazón cree que aún posee. Es un espectro que no acepta su condición de abandono. Su naturaleza mítica reside en la imposibilidad de su desarrollo. Al igual que en el síndrome del miembro fantasma, se desarrolla unas veces con dolor y otras sin él. Se basa en la negación del reconocimiento de que hemos quedado desposeídos de una parte de nuestra propia esencia muy importante. La persona afectada no consigue aceptar una realidad que se le impone,  turbándole y confundiéndole. Se niega a «dejar marchar». Los sentimientos de culpabilidad moldean hermosas ruinas en el alma, esculpen bellas estatuas de recuerdos y otorgan poder a la persona sobre la que se proyectan, en tanto hacen que naufague penosamente el que los experimenta. Y, sea como sea, ya no está Afrodita…

Tal vez, pensando en este «amor fantasma», escribiera Esquilo en su tragedia Agamenón estos versos (1):

Lo que traducido, viene a significar algo así como (2):

«Por nostalgia de la que marchó al otro lado del mar, un fantasma (3) parecerá reinar en palacio. La belleza de sus hermosas estatuas se hace odiosa al  marido. En el vacío de sus ojos se esfuma todo amor»

Muchos y grandes filológos estudiaron este pasaje. Unos (P. Brumoy, V. Humboldt, Klausen, Welcker, Bamberger, Sewell, Conington, Paley, Dean Milman, L.  Campbell, Wilamowitz, Platt, Murray, Denniston-Page) interpretaron que el «fantasma» era Helena; otros (Blomfield, Scholefied, Ahrens, Nägelsbach, Wecklein, Verrall, Plüss, Headlam, J. Bollack) que era «Menelao» (4). Ninguno pensó en que, posiblemente, ese «fantasma» fuera el amor.

Y ahora, tú que tal vez quisiste alguna vez con tanta intensidad como imperfección, tú que a lo mejor hubieses preferido sacrificar tu alma antes que infligir  con tus errores daño alguno, tú que quizás entregaste lo mejor de ti mismo a otro tanto tiempo como el que puede durar una guerra o un regreso a casa; ruin, malvado, odioso,  perverso, soberbio, cobarde, maldito te llamarán por haber amado con toda la fuerza de la que fue capaz tu corazón, y serás condenado a vagar, hasta que tu propia muerte te libere, por entre las sombras del gris laberinto de tu conciencia… como un penoso fantasma.

_______________________

(1) Son los versos 414-418. La tragedia desarrolla los acontecimientos que suceden en el palacio de Agamenón, caudillo de los griegos, tras su vuelta de la guerra de Troya, especialmente su asesinato a manos de su mujer Clitemnestra en complicidad con su amante Egisto.

El contexto de estos versos es el siguiente: el coro censura a Paris como violador de las leyes de hospitalidad (vs. 399-402) y a Helena como causante de la guerra entre griegos y troyanos y portadora de la deshonra para su marido Menelao (vs. 403-408). Se recuerdan los vaticinios que con lamentos exclamaban los adivinos del palacio (408-426), entre los que se encuentran el que subyace al de los versos que nos ocupan.

(2) La interpretación de este pasaje está reconocida como bastante oscura.  El problema se trata (aunque parcialmente) en Díaz Tejera, A-Montero Arribas, G.: «Esquilo, Agamenón, 414-415″, en Corolla Complutensis in memoriam Josephi S. Lasso de la Vega. Madrid, 1998, pp. 147-153), artículo que no he podido consultar y, por lo tanto, ignoro las conclusiones de sus autores.

A continuación ofrezco algunas traducciones del pasaje:

R. Browning (The Poetical Works of Robert Browning, volume 13. London. Smith, Elder, and Co. 1889. Traducción ofrecida por Perseus)

«And, through desire of one across the main,
A ghost will seem within the house to reign.
And hateful to the husband is the grace
Of well-shaped statues: from — in place of eyes
Those blanks — all Aphrodite dies.»

H.W. Smith (Aeschylus , Ph. D. in two volumes. 2.Agamemnon. Ph. D. Cambridge, MA. Harvard University Press. 1926. ofrecidas en red por Perseus)

«In his yearning for her who sped beyond the sea, a phantom will seem to be lord of the house. The grace of fair-formed statues is hateful to him; and in the hunger of his eyes all loveliness is departed.»

J. Alsina (Esquilo. La Orestía. Barcelona, 1979)

«En su amor, llegará a creer que el espectro de la que está allende el mar reina en esta casa. La gracia de las hermosas estatuas se hace odiosa al esposo: de aquellos ojos sin luz ha huido todo encanto.»

B. Perea (Esquilo. Tragedias. Madrid, 1982)

«Por la nostalgia de la que está más allá del mar, parecerá que un fantasma reina en palacio. La gracia de las bellas estatuas le resulta odiosa al marido, y en el vacío de su mirada está ausente toda Afrodita.»

P. Mazon (Eschyle: Agamemnon, Les Choéphores, Les Euménides. París, 1993):

«L’amour le vent: seul le fantôme de celle qu’ est outre-mer semblera désormais commader dans cette maison. La grâce des belles statues n’est plus qu’ odieuse a l’époux: elles n’ont pas de regard, tout leur charme amoureux a lui.»

(3) Recordemos que existen varias versiones sobre la huída, rapto o marcha de Helena y Paris a Troya. También la tradición tiene más de un relato para la vuelta a Esparta de Helena con Menelao. Por otro lado, en la tragedia Helena de Eurípides, la propia Helena evoca su verdadera historia confesando que la diosa Hera fabricó un espectro de aire igual a ella que entregó a Paris. Así, por lo que los ejércitos griego y troyano lucharon durante diez años no fue otra cosa que una ilusión.

La interpretación más común de estos versos es que se refieren a Helena, tras su rapto (o marcha voluntaria) y a Menelao, su marido. Éste, desolado, con la mirada perdida, como un fantasma, y sin poder aguantar la imagen de desesperación que produce en él todo lo que le recuerda a Helena (sus estatuas, por ejemplo), imagina que ella sigue en palacio y que su amor le acompaña. Este pensamiento sería un «pensamiento fantasma», derivado de un «amor fantasma». También se interpreta ese  «fantasma» como perteneciente a la figura ilusoria que Menelao ha formado de una supuesta Helena que aún se mantiene con él en palacio .  ¿Quién es, por tanto, el fantasma? ¿Helena? ¿Menelao? ¿El amor?

(4) Fraenkel, E.: Aeschylus, Agammenon. II comentario. Oxford, 1998 (reimp.), p. 218.

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LA ACÚSTICA DEL TEATRO GRIEGO

Posted by Ricardo en 31 enero, 2010

El viernes hablamos en clase de 2º. de Bachillerato sobre la tragedia griega y su marco de representación. En cuanto a la buena acústica de los teatros griegos, aquí les dejo  algunos vídeos que me parecen interesantes.

Este último vídeo pertenece a la película «Adiós, Mr. Chips» (1969). En esta escena, rodada en el teatro grande (o griego) de Pompeya, se pretende dejar de manifiesto la buena acústica de tal tipo de edificaciones construidas aprovechando la pendiente de elevaciones naturales. Así es como se edificó este teatro romano a la manera griega hacia finales del s. III a.  C. y principios del s. II a. C.

Un documental de animación sobre los orígenes del teatro griego se puede ver AQUÍ.

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LA TRAGEDIA GRIEGA: NÚMEROS Y PREGUNTAS

Posted by Ricardo en 30 enero, 2010

La literatura griega antigua se ha perdido casi en su totalidad. La tragedia griega, también.

Sólo conservamos obras trágicas completas de tres autores: Esquilo, Sófocles y Eurípides.

Esquilo, según el léxico la Suda, escribió 90 tragedias, de las que sólo conservamos completas 7, es decir, menos de un 8 por ciento.

Sófocles, según el léxico la Suda, escribió 123 tragedias, de las que sólo conservamos completas 7, es decir, menos de un 6 por ciento.

Eurípides, según una Vida manuscrita, escribió 92 tragedias, de las que se han conservado completas 18.

Estos tres autores trágicos, según las fuentes citadas, escribieron en conjunto 305 tragedias, de las que nos quedan 32 completas, es decir, un 10 por ciento.

La tragedia más antigua conservada es Los Persas de Esquilo que data del 472 a. C. La tragedia conservada más reciente es Las Bacantes de Eurípides, que se represento después de la muerte de su autor, aproximadamente en el 405 a. C. Entre la fecha de Los Persas y de Las Bacantes hay una diferencia de 67 años.

Todos los años en Atenas, a finales del mes de marzo, se representaban 3 tragedias de 3 autores que competían entre sí, es decir, se representaban 9 tragedias.

En 67 años se podrían haber llegado a representar en Atenas 603 tragedias. Si la producción conjunta conservada de Esquilo, Sófocles y Eurípides es de 32 tragedias, lo que se nos ha conservado de este género literario constituye un 5 por ciento de la posible producción trágica total de entre 472 y 405 a. C.

Antes de 472 a. C., otros autores como Tespis, Prátinas, Quérilo y Frínico escribían tragedias que se llevaban a escena. Muchos otros autores como Aqueo, Agatón, Queremón, Critias, Ezequiel, Ión de Quíos, etc., escribieron y representaron tragedias.

Aunque Esquilo y Sófocles ganaron muchas veces el festival de tragedias, otros muchos autores se les impusieron a ellos y a Eurípides (que, el pobrecito, sólo ganó 4 veces).

………………………………………………………………………………………………………..

¿Cuál sería nuestra imagen de la tragedia griega en general si se hubieran conservado la mayoría de las obras de los autores que las escribieron?

¿Cuál sería nuestra imagen de la tragedia griega y de los tres autores trágicos mencionados de habérsenos conservado la totalidad o, al menos, la mayor parte de sus tragedias?

¿Hasta qué punto, por la influencia de Aristófanes y de Aristóteles, debemos seguir manteniendo la visión de que Esquilo, Sófocles y Eurípides fueron los máximos representantes de la tragedia, casi los únicos?

¿Por qué se ha aceptado tácitamente que carecen de relieve las tragedias escritas antes de 472 a. C. y después de 405 a. C. por otros autores que no son «los tres»?

¿Por qué se ha acuñado el término «trágicos menores» para los autores trágicos que no son Esquilo, Sófocles y Eurípides?

¿Qué pasaría si en algún lugar del mundo apareciese alguna tragedia griega de las consideradas perdidas?

¿Qué pasaría si en algún lugar del mundo se conservasen la mayoría de las tragedias griegas que no conocemos?

(Tómense todos los números como relativos y aproximados. Se refieren al s. V a. C.  Por supuesto, habría muchos aspectos que matizar en todo lo escrito arriba.)

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EDIPO REY, HITCHCOCK Y EL MACGUFFIN

Posted by Ricardo en 13 enero, 2010

Mis alumnas de 2º. de Bachillerato no conocen a Alfred Hitchcock ni, al parecer, han visto ninguna película del genial director de cine.

La «sombra» de Hitch (imagen vista aquí)

No debe sorprendernos este hecho. Las nuevas generaciones van desconociendo cosas importantes para generaciones anteriores y, por contra, conocen otras que a nosotros/as se nos escapan. Ya no reconozco a la mayoría de presentadores/as, personajes y personajillos/as o famosos/as que salen por la televisión. Lo que sé es que rara vez, por no decir casi nunca, pueden verse a una hora «normal», ni siquiera los días festivos, películas que han marcado la historia del cine, la historia del arte. En su lugar, abundan los talk-shows, reality-shows, concursos de naderías, etc., etc. La televisión en sí es un invento estupendo; un medio de información y de entretenimiento magnífico. La programación es lo que deja muchísimo que desear.

A menudo Hitchcock planeaba sus películas incluyendo elementos que no aportaban nada a la trama, callejones sin salida cuyo propósito era despistar al espectador y juguetear con él para añadir suspense, mantener la expectación (πἀθος) y llegar así a la catarsis (κἀθαρσις) final. Al igual que la tragedia griega. Se trata de ir añadiendo nubarrones que terminan descargando una violenta tormenta a modo de desenlace. A esos elementos les llamaba el director «Macguffins»

– ¿Qué es un Macguffin, Mr. Hitchcock?

-(Hitchcock) Verá, dos señores se encuentran en un vagón de un tren y uno le pregunta al otro: «¿Qué lleva usted en esa maleta?», y el otro contesta: «Un Macguffin». Entonces el primer señor vuelve a preguntar: «¿Y qué es un Macguffin?», a lo que le responde el segundo: «Un artilugio para cazar leones en los Adirondacks?». Sorprendido, el primer hombre replica: «Pero si en los Adirondacks no hay leones», a lo que el otro contesta: «Ah, pues entonces no es un Macguffin».

Macguffins que se me ocurren en las películas de Hitch serían, por ejemplo, las botellas rellenas de uranio en «Encadenados» y el dinero robado por Marion Crane en «Psicosis». Alguna película como «Los pájaros» es toda ella un Macguffin (¿qué pasó con el pueblo Bodega Bay?, ¿qué fue de los personajes principales que logran escapar?, ¿cuál fue la solución dada por las autoridades a los ataques de los pájaros en varios lugares de los EEUU?).

Piensen mis colegas en la tragedia Edipo Rey de Sófocles. Recuerden su comienzo: un grupo de ciudadanos en comitiva religiosa se presenta ante el rey Edipo suplicándole que encuentre solución para la peste que asola la ciudad y que provoca que los embarazos de las mujeres terminen en abortos, que los recursos de la tierra se destruyan y que el ganado muera sin explicación alguna.  Edipo en su investigación descubre quién es él realmente: un hombre abandonado al nacer en el campo, que ha matado a su padre, que se ha casado con su madre y que ha tenido hijos con ella. Un ser impuro que ha traído la ruina a la ciudad de Tebas. Un hombre que, al descubrir la verdad, se saca los ojos y se destierra de la ciudad. Pero, ¿y la peste que asolaba Tebas? ¿Cesó con la marcha de Edipo? ¿Siguió muriendo el ganado y siguieron arruinándose las cosechas? ¿Nacían por fin vivos los hijos de los mujeres embarazadas? He aquí el primer Macguffin de la historia.

Y para terminar, especialmente dedicado a mis alumnas de 2º. de Bachillerato unas escenas memorables, míticas, de algunas películas del maestro Sir Alfred Hitchcock.

El final de «Los pájaros»

Cómo provocar un escándalo en una subasta para salvar el pellejo en «Con la muerte en los talones»

Sobrecogedora escena de la ducha en «Psicosis»

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SÓCRATES EL SEMIPERRO III: EDIPO EN CORINTO

Posted by Ricardo en 12 enero, 2010

Hace ya algún tiempo que presenté aquí al irreverente filósofo Sócrates, un perro -sí, un perro- que habla, que piensa, que lee y que se plantea dilemas existenciales.  Un semi-perro que acompaña a Heracles y cuenta sus aventuras desde un punto de vista muy peculiar.  Recordemos su propia presentación:

“Mi nombre es Sócrates y no soy un simple perro. Soy el perro de Heracles. Mi amo es hijo de Zeus, es un semidios. Yo soy el perro del hijo de Zeus. Soy un semiperro: mitad perro, mitad filósofo. Mi filosofía consiste en no hacer nada. Cuando tengo hambre, como; cuando tengo sueño, duermo. Sigo a mi amo adonde quiera que vaya, con lo que me ahorro tener que tomar decisiones. Ya estaréis pensando que mi conducta se parece mucho a la de un perro corriente. Sólo que yo tengo el don del habla. Aun más, sé leer, no como mi amo”.

Algunas semanas después le dedicaba otra entrada a la segunda parte de esta serie de cómic que mezcla el humor, la mitología, la literatura griega antigua y la filosofía.  En esta segunda obra se nos contaban las aventuras y desventuras de Ulises.

Un cierto cansancio intelectual me ha parecido detectar en sus autores Joan Sfar (guionista) y Christophe Blain (dibujos), porque en la nueva tercera entrega, publicada en España por la Editorial Sins Entido a finales de 2009, ni la historia ni los dibujos alcanzan, en mi opinión, la calidad de las dos anteriores. Con todo, el libro me parece divertido, ocurrente e ingeniosamente disparatado por momentos. En esta ocasión se revisa la historia de Edipo desde la óptica siempre del simpático chucho.

(Pulsa sobre las imágenes para verlas ampliadas)

1. El abandono de Edipo colgado por los pies en un bosque.

Tras el abandono del bebé Edipo en el bosque, colgado por los pies de un árbol, Sócrates, que ha abandonado la compañía de Heracles, lo encuentra e intenta salvarlo.  Pólibo, rey de Corinto, encuentra al niño, y, quedando maravillado ante un perro que habla y le conmina por orden de Zeus a salvar a  la criatura, regresa a palacio con el perro y el niño.

2. Pólibo y Mérope, reyes de Corinto, duermen con el bebé Edipo.

Pero, una vez en la ciudad, Sócrates aconseja a Pólibo criar al niño fuera de palacio a lo que el rey y la reina Mérope se niegan. Sócrates rapta al niño y huye en compañía de una mujer encontrándose en su camino a Heracles de nuevo. El rey y su ejército salen en persecución de Sócrates, pero cuando lo encuentran, Heracles los mata a todos defendiendo a su perro.

3. Conversación filosófica entre Sócrates y Zeus (metamorfoseado esta vez en toro).

Edipo crece al cuidado de su madrasta y de Sócrates.  Heracles se empeña en instruirle como a un animal para que adquiera fuertes instintos y sepa defenderse solo.  Así que, cuando Edipo alcanza la juventud,  lo arroja a un cubil de lobos para que luche contra ellos. Esta entrega termina con Sócrates y Edipo poniendo en fuga a los lobos mientras Heracles los contempla.

4. Heracles arroja a Edipo a un cubil de lobos.

Se supone que habrá una cuarta parte de la serie, aunque en la historieta no hay ninguna información. El cómic se puede encontrar en librerías especializadas.

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