He vuelto a ver recientemente la película de Martin Scorsese After hours (1985, traducida en España con el lamentable título de ¡Jó, qué noche!). Esta película, perla de la angustia y del desasosiego cinematográfico, me pareció en algunos aspectos un eco de las aventuras y desventuras de Odiseo-Ulises, transmutado en este caso el Mar Mediterráneo por el Soho neoyorquino.
Cartel original de la película (imagen vista aquí)
[En los siguientes párrafos se explica el desarrollo y el final de esta película]
Me declaro incompetente para redactar un resumen de la película en el que quede claro su argumento, así que lo iré dividiendo en episodios:
1-Presentación del protagonista y encuentro con Marcy.
Un administrativo informático (Paul Hackett) conoce una mañana a una chica (Marcy) en una cafetería. La joven le habla de unos pisapapeles en forma de buñuelo que fabrica una amiga suya escultora. Paul se muestra interesado en el producto y le pide a Marcy su teléfono. Más tarde la llama y quedan en la casa de ella. No se imagina el bueno del protagonista el rosario de aventuras y desventuras que le esperan esa noche a partir de esa llamada telefónica.
2-«El taxista flamenco».
Paul se prepara, sale a la calle, coge un taxi. El taxista conduce a toda velocidad por la ciudad mientras escucha las sevillanas de Manita de Plata a todo volumen. El fuerte aire que entra por la ventana hace que salga volando el único billete que lleva Paul, así que se queda sin dinero. Llegan al destino, Paul le explica al taxista lo que ha pasado, éste se marcha de muy mal humor.
3-Llegada y «abandono» de la casa de Marcy.
Paul llega a casa de Marcy. Es el típico loft del Soho neoyorkino. Una vez allí conoce a Kiki Bridges, compañera de piso de Marcy y escultora. Marcy y Paul salen a tomar un café y regresan a la casa. Discuten. Paul se marcha contrariado y Marcy se queda llorando.
4-El metro.
Empieza a llover. Paul corre empapado hasta el metro más próximo. Intenta comprar un billete pero le faltan unos centavos porque el billete de metro ha subido hace unos minutos. El recalcitrante taquillero no quiere ayudar a Paul que vuelve a la calle y entra en un bar.
5-Tom, el barman solidario.
Nuestro protagonista entabla conversación con el dueño del bar, Tom, y le cuenta que no puede volver a su casa. La camarera se fija en Paul. Tom se ofrece a ayudarle dándole el dinero que necesita para el metro, pero, en el momento de abrir la caja registradora, ésta se estropea y Tom no consigue acceder al dinero. Como la llave de la caja está en la casa de Tom, Paul se ofrece en ir a recogerla. Tom desconfía porque se están sucediendo una serie de robos en el barrio, pero terminan acordando que Paul irá a por la llave de la caja registradora y Tom se quedará con las llaves de la casa de Paul como garantía.
6-En casa de Tom.
Paul llega a casa de Tom, encuentra la llave de la caja registradora. Entra en el cuarto de baño y orina. Al tirar de la cisterna el váter se atasca y el agua empieza a rebosar sin parar. Paul decide marcharse, pero al bajar por la escalera unos vecinos creen que ha entrado a robar. Paul se explica y lo dejan marchar.
7-¿Ladrones? De nuevo en casa de Marcy.
Cuando Paul regresa al bar, al pasar junto al edificio donde viven Marcy y Kiki, ve a dos ladrones cargando en su furgoneta varios objetos, entre ellos una escultura de Kiki. Paul les grita, los ladrones huyen dejando abandonada la escultura. Kiki aparece en la ventana de su piso atada y amordazada. Paul le pide que le tire las llaves para subir a ayudarla.
8-No eran ladrones, sino amigos de Kiki.
Paul sube cargando con la escultura y ayuda a Kiki, pero ésta le explica que los que él creía ladrones, Neil y Pepe, son amigos suyos a los que había vendido varias cosas. Las ataduras se las ha hecho Horst, un grandullón con el que Kiki practica el sadomasoquismo. Aparece Horst y le advierte a Paul que debe disculparse con Marcy por haberse marchado antes de mala manera. Kiki y Horst se marchan a un club a divertirse.
9-Marcy no está dormida: ¡se ha suicidado!
Avergonzado por su maleducada despedida, Paul va a la habitación de Marcy que está dormida. Paul le pide disculpas y se explica. Marcy no se mueve. Paul se da cuenta de que se ha suicidado con una sobredosis de pastillas. Horrorizado llama a los servicios de emergencia y se marcha de la casa.
10-En casa de la camarera.
Vuelve al bar pero está cerrado. Encuentra a la camarera por la calle. Ésta lo invita a subir a su casa. Paul acepta hasta que regrese el dueño del bar. Mientras tanto, la camarera, Julie, dibuja un retrato de Paul e intenta seducirle. Regresa el dueño del bar y Paul promete a Julie recoger sus llaves y el dinero y volver a su casa.
11-De nuevo en el bar. Vuelta a casa de Julie.
En el bar, Paul y Tom charlan. Suena el teléfono. Tom se entera de que su novia, Marcy, se ha suicidado. Paul descubre con angustia la noticia y se siente responsable. Se marcha angustiado. Regresa a casa de Julie. La chica se enfada con Paul y éste se marcha de allí. Encuentra el bar cerrado de nuevo y decide ir, otra vez, a casa Tom. No lo encuentra allí y algunos vecinos del edificio que han visto salir de las escaleras a Paul lo siguen.
12-Club Berlín: «La noche de la cresta».
Paul despista a los vecinos y busca el club al que iban a ir Kiki y Horst para ver si éstos pueden ayudarle. Cuando consigue entrar en el club (un club punk, para más señas) hay una performance llamada «La noche de la cresta», así que varios punks intentan rapar a Paul para hacerle una. Tiene que salir huyendo de nuevo. Regresa a casa de Kiki y Marcy y encuentra un billete. Desde la casa observa como un numeroso grupo de vecinos lo buscan. Deja que se marchen y regresa a la calle.
13-Paul herido. De nuevo «El taxista flamenco».
Un taxi que pasa por la calle se para. Paul se aproxima para cogerlo, pero la mujer que sale del taxi le golpea con la puerta y lo hiere en el brazo. El taxista resulta ser el mismo que trajo al Soho a Paul. No quiere llevarlo. Paul le muestra el billete. El taxista se lo arrebata y se marcha.
14-Tercera chica en una misma noche.
La chica que salió del taxi se ofrece para curar a Paul y ayudarlo a volver a su hogar. Una vez en su casa, Paul le pide que le deje telefonear, pero la chica, Gail, boicotea entre bromas su llamada y se empeña en curar el brazo de Paul. Finalmente se ofrece a llevarlo a su casa en su furgoneta.
15-Paul, ¿el ladrón del Soho?
Paul y Gail salen de la casa pero en la calle ella descubre un cartel y sale huyendo y gritando. Paul se da cuenta de que el cartel que Gail ha visto es el retrato que dibujó Julie y que la información del mensaje lo hace a él responsable de los robos del barrio.
16-Paul perseguido por los vecinos. En casa de un hombre.
De pronto, una multitud de vecinos iracundos persigue a Paul por todo el barrio. Huye, consigue despistarlos y encuentra a un hombre. Le ruega que le deje telefonear desde su casa. El hombre piensa que Paul quiere tener sexo con él. Ya en la casa del hombre, Paul le explica todo lo que le está pasando. De pronto, ve a Julie por la ventana y sale corriendo a la calle esperando que ella pueda ayudarlo. Pero Paul se da cuenta de que Julie está pegando carteles con el dibujo de su retrato. La multitud aparece y persigue a Paul.
17-El barman solidario denuncia a Paul.
Paul encuentra al amable Tom sentado en un bar. Entra, le explica todo y le pide ayuda. La multitud está llegando. Tom se ofrece para hablar con sus vecinos pero lo que hace en realidad es denunciarlo. Nueva huída desesperada de Paul hacia ningún sitio.
18-June: la cuarta mujer.
Nuestro protagonista llega a un solitario pub, entra y comienza a hablar con una mujer, June, que vive allí mismo. También llegan los vecinos pero el camarero ya ha cerrado. Los vecinos insisten en que les dejen entrar. Paul pide ayuda a la mujer, que lo esconde en su casa. En realidad, la mujer es escultora y comienza a esconder a Paul envolviéndolo en material de escultura. Cubre a Paul con pasta de yeso dejándole sólo huecos para los ojos y la nariz.
19-Los vecinos no encuentran a «Paul-escultura».
Los vecinos han conseguido entrar y se empeñan en registrar la casa de June pero sólo encuentran a la mujer trabajando en una escultura, así que se marchan y la mujer los acompaña para no levantar sospechas.
20-Neil y Pepe roban a «Paul-escultura». Regreso a casa.
Paul se queda solo en el estudio. Entonces, entran unos ladrones. Son Neil y Pepe que se llevan varias esculturas, entre ellas la «escultura-Paul». Los ladrones abandonan el barrio en su furgoneta cargada de objetos robados. Ya está amaneciendo. En una curva la furgoneta derrapa, se abre el portón trasero y sale despedida al suelo la «escultura-Paul», rompiéndose en pedazos. Paul se incorpora lleno de yeso. Se encuentra justo delante del edificio donde trabaja. Las puertas del edificio se abren. Paul, al fin, está a salvo. Como cualquier otro día, ha llegado a su trabajo.
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Muchas serían las interpretaciones que podrían hacerse de esta película. Se la ha comparado con algunos argumentos kafkianos. La asfixiante experiencia de no poder salir de un espacio determinado me recuerda en parte a El Ángel Exterminador de Buñuel (película que, por cierto, iba a titularse Los náufragos de la calle Providencia; lo cito a colación de la palabra «náufrago»), que trata sobre la imposibilidad de un grupo de personas de salir de la habitación de una casa.
Odiseo es un náufrago perdido intentando volver a su hogar. Paul Hackett anda también perdido por un barrio que no conoce intentando desesperadamente volver a su casa. El Mediterráneo, como dije al principio, se ha cambiado por el Soho neoyorkino. Desde esta visión, encuentro en ¡Jó, qué noche! referentes de los episodios de Escila, Caribdis, Circe, Calipso, del descenso al Hades, etc.
Algunas chicas que aparecen en la película, caso de Julie o Gail, sienten una atracción hacia Paul e intentan retenerlo, como Circe y Calipso a Odiseo. Marcy es una mujer-sirena. Representa a la mujer que atrae a Paul, que crea ciertas expectativas sexuales en nuestro protagonista. Paul se ve envuelto en un monumental lío tras conocerla; toda la «odisea» de Paul comienza cuando decide ir a casa de Marcy. También me recuerda al peligro de Escila, mujer monstruo. Marcy oculta extrañas quemaduras de su cuerpo. La chica dulce y simpática se tornará en una persona obsesiva, extraña y marcada por terribles experiencias; como Escila, primero hermosa ninfa, después terrible criatura.
La boca del metro podría representar a Caribdis, monstruo marino que tragaba cuanto se le acercaba. Paul, es «expulsado» del metro por un policía que a punto está de detenerlo por intentar saltarse el control.
Tom, el amable barman, puede considerarse una especie de Eolo. Intenta ayudar a Paul, pero circunstancias adversas se lo impiden. Cuando Paul recurre a Tom de nuevo, éste lo denuncia a los vecinos pensando que Paul es el ladrón que se busca en el barrio. Eolo se niega a ayudar a Odiseo por segunda vez pensando que es un ser humano odioso para los dioses.
La pesadilla que vive Paul en el Club Berlín, un claustrofóbico antro oscuro con música a todo volumen, recuerda a un descenso al infierno, como el que lleva a Odiseo a buscar en el Hades al adivino Tiresias. Paul espera encontrar allí a Kiki y Hors para que le ayuden a volver a su casa. Por cierto, en esta escena hace un cameo el propio director de la película, Martin Scorsese, que aparece como un trabajador del club sobre una especie de andamio moviendo los focos de un lado a otro. También puede interpretarse su aparición como la del dios omnisciente que contempla impasible desde las alturas los infortunios de los mortales.
June, por último, es la Atenea protectora de nuestro naúfrago Paul. Lo protege de la muchedumbre y lo ayuda escondiéndolo. El azar derivado de esa acción hará que, por fin, Paul, el Odiseo del Soho de New York, llegue a su casa.
Muchas pueden ser las interpretaciones de una obra. Como decía Borges, la obra artística en sí misma suele ignorarlas.