Para los «gansitos», para su profe, para Ángela y para Paula
Podríamos decir que el tres es un número recurrente en la mitología griega. Cerbero, el guardián de la entrada del inframundo, tenía tres cabezas. Las Grayas eran tres hermanas, aunque compartían un solo ojo y un solo diente. Otras tres hermanas, las terribles Gorgonas, moraban en algún lugar de los confines del mundo. Por seguir con el catálogo de hermanas monstruosas, según algunas versiones también eran tres las famélicas Arpías, que robaban el alma de los niños. Las ninfas del Ocaso, Egle, Eritía y Hesperatusa, protegían un manzano de oro en una isla remota. Triple naturaleza, tal vez con tres cabezas, tenía un monstruo como la Quimera: dragón, león y cabra. El Hipogrifo era león, águila y caballo. De mujer, león y pájaro, era mezcla la Esfinge, a la Sófocles llama «perra cantora». Los propios sátiros, llamados también faunos o silenos, con su dios Pan al frente, nacían con cuerpo de hombre, patas de macho cabrío y cola de caballo.
El Pterocentauro, o Centauraso, fue el resultado del cruce de Pegaso, caballo alado, con una hembra de Centauro. Así fue como se unieron el hombre, el caballo y el ave en un mismo ser, pues el Pterocentauro es un centauro con alas. Para otra visión distinta, puedes consultar esto.
«Centauro», dibujo de Monika Henriksson. Imagen tomada de aquí.

Algunos niños, cuando su imaginación vuela y se extravía en los bosques de la fantasía, en ese estado de sabiduría y mente inspirada que sólo ellos son capaces de mantener durante mucho rato, inventan seres imposibles e imaginarios. Los dibujan. Nos enseñan así a los adultos que no deberíamos olvidar tan fácilmente (cosa que hacemos la mayor parte de las veces) esto que nos dice Farid al-Din Attar:
«Nada está nunca cerrado sino a tus propios ojos».
Dibujo de Jorge, niño de la escuela de Tyler (Texas, E.E.U.U.)

Venga, sé niño o niña. Libera tu mente por un rato. ¿Por qué no dejas volar tu imaginación y me envías tu propia versión de la historia del Centauraso?