Ricardo L. Rodríguez., profesor de Enseñanza Secundaria de Griego. Blog dedicado a mis alumnos/as de Bachillerato, y a estudios de filología griega y tradición clásica. Alguna vez se colarán temas variados e incluso alguna historia personal.
Utopía (Delgriego οὐ, “no”, y τόπος, “lugar”: “lugar que no existe”).
1. f. Plan, proyecto, doctrina o sistema deseable que parece de muy difícil realización.
2. f. Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano.
Diccionario de la Real Academia Española
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-Ahora vas a ver algo que nunca has visto.
Me tendió con cuidado un ejemplar de la Utopía de More, impreso en Basilea en el año 1518 y en el que faltaban hojas y láminas.
Jorge Luis Borges: «Utopía de un hombre que está cansado»
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Hace unas semanas, en los momentos más inauditos y desoladores del confinamiento, cuando más personas fallecían al día en España y aparecían de noche misteriosos desvelos, me levanté un día pensando en Julio Anguita y tuve un desagradable pensamiento o tal vez fuera eso que llaman «presentimiento» o «premonición». Tal inquietud me avergonzó profundamente. ¿Qué maldito derecho tenía mi mente a prefigurar el fallecimiento posible de alguien?
Tal como escribí hace unos días en mi anterior artículo «Julio Anguita: breve semblanza desde las etimologías griegas», compartí mi inquietud en la intimidad de mi casa con extrañeza y tristeza. Hace justo una semana supe la noticia del ingreso hospitalario de Julio Anguita por problemas derivados de su cardiopatía.
Este blog ya se ha asomado a la «Utopía» en varias ocasiones. Aquí se ha llamado unas veces «Luminolandia», otras, al aristofánico modo, «Cucópolis de las Nubes», aun otras «La Atlántida», «La Isla de los Felices» o, más sencillamente, Marinaleda.
Descansa en PAZ, Julio, y sirvan estas palabras del personaje Praxágora de la comedia Las asambleístas de Aristófanes como homenaje para ti y al mundo con el que soñabas.
PRAXÁGORA: Pues bien; que nadie me contradiga ni interrumpa antes de conocer mi sistema y de haberme oído. Quiero que todos los bienes sean comunes, y que todos tengan igual parte en ellos y vivan de los mismos; que no sea éste rico y aquél pobre; que no cultive uno un inmenso campo y otro no tenga donde sepultar su cadáver; que no haya quien lleve cien esclavos y quien carezca de un solo servicio; en una palabra: establezco una vida común e igual para todos.
Entre las varias anécdotas que me han sucedido esta Semana Santa, detención errónea por la Policia Nacional incluida, una me hizo reflexionar sobre la literatura, el cine y la vida.
Era por la mañana, temprano, sobre las 9:10 h. más o menos. Hacía fresco en el parque. Descansaba de un ejercicio cuando vi caer de la copa de un naranjo en flor de azahar a un pájaro gris y gordito. El pájaro dio varias saltitos en el suelo y se desplazó unos metros batiendo sus alas, pero no consiguió remontar el vuelo. Pasó inmediatamente por mi mente la imagen literaria de un tribuno de legión en un desierto recordando un verso de la Ilíada y, como Marco Flaminio Rufo, yo mismo recordé un verso del comienzo del Edipo Rey de Sófocles:
«Unos, sin fuerza aún para volar lejos…»
Era un mirlo joven que se había lanzado del nido antes de tiempo. De pronto, apareció un gato negro con rayas amarillas e intentó cazar al pajarillo. Pero tres mirlos adultos, negros, muy negros, se lanzaron contra el gato dando enormes graznidos, como cuervos, picándole y atacándole con una violencia tal que consiguieron ponerlo en fuga. El pequeño felino se quedó sin desayuno. Para entonces, el mirlo pequeño había llegado saltando hasta el hueco del tronco de un álamo y se escondió allí, resguardado además por unas briznas de yerba alta. Estuvo, al menos, quince minutos escondido. Después ya no lo vi. Me quedé pensando en quiénes serían sus tres defensores: su padre, su madre y… ¿quién sería el tercer mirlo? Contemplar esa escena me pareció una especie de regalo de la vida, sobre todo, porque el más débil, el indefenso, se salvó y eso me alegraba mucho. También recordé otro regalo de la vida en forma de vuelo espectacular de un águila imperial que divisé desde la colina del teatro romano de Acinipo.
Un rato después me puse a pensar en literatura griega, en literatura inglesa, en cine y en otras muchas cosas.
2-Utopía y mundos inventados
El ser humano siempre ha ansiado encontrar un lugar en el que vivir sin preocupaciones, sin desgracias y sin penurias. Llámese a ese lugar la Atlántida (Platón), las Islas de los Felices (Hesíodo), Cucópolis de las Nubes (Aristófanes) o Luminolandia (Luciano). Da igual. Buscamos un lugar de paz, de felicidad, de bondad y de belleza. Es la Utopía, que en griego significa «no hay tal lugar». Pero da igual, seguimos buscándola o seguimos intentando convertir nuestro mundo en la Utopía.
3-El mirlo de Esopo y los pájaros de Aristófanes
En el año 414 a. C., Aristófanes escribió la comedia Los pájaros, cuyo argumento resumido es el siguiente: dos ciudadanos atenienses, Pistetero y Evélpides, cansados e insatisfechos de la vida en Atenas, deciden fundar una ciudad ideal en el cielo, con los pájaros, terminando ellos mismos convertidos en pájaros. A este argumento le viene que ni pintada la fábula de Esopo del cazador y el mirlo, que dice así:
Viendo un inocente mirlo que cierto cazador tendía sus redes, le preguntó qué era aquello que hacía, y respondió el cazador que iba a edificar un pueblo. Se acercó el mirlo sin desconfianza al cebo puesto junto a la red, y cayó en ella. Pero al acercarse el cazador a cogerlo, le dijo con ironía:
-Si tratas de formar tu pueblo de este modo, por medio de la traición y el engaño, no habrá muchos que acudan a habitarlo.
Nada destruye tanto las sociedades como la mala fe y la crueldad de los que las gobiernan.
Hay una escena de la comedia de Aristófanes que recordé cuando vi a aquellos mirlos lanzarse violentamente contra el gato. La transcribo (1).
Pistetero: ¡Oh, Posidón! ¿no ves qué espantosa cantidad de aves?
Evélpides: Señor Apolo, ¡qué nube! Tantos volando no dejan ver ni la entrada del teatro.
(Las aves se arremolinan, mueven las alas, pían. Todo ello simultáneamente con el diálogo.)
Pistetero: Ésta es una perdiz.
Evélpides: Y aquél, por Zeus, un francolín.
Pistetero: Ésta es una cerceta.
Evélpides: Y aquél, un alción.
Pistetero: ¿Y el de detrás?
Evélpides: ¿El de detrás? Un barbero.
Pistetero: ¿El barbero es un pájaro?
Evélpides: ¿No está hecho uno bueno Espórgilo?
Pistetero: Y ésta es una lechuza.
Evélpides: ¿Que dices? ¿Quién llevó lechuzas a Atenas?
Abubilla: Una urraca, una tórtola, una alondra, una curruca, un triguero, una paloma, una halcón, un azor, una zurita, un cuco, una torcaz, un reyezuelo, una polla sultana, un cernícalo, un somormujo, un pardillo, un quebrantahuesos, un pico carpintero…
Pistetero: ¡Oh, oh! ¡Qué de pájaros!
Evélpides: ¡Oh, oh! ¡Qué de mirlos!
(El piar de los pájaros, que no se ha interrumpido, va haciéndose cada vez más amenazador)
Pistetero: ¡Cómo pían y corren chillando!
Evélpides: ¿Es que nos amenazan?
Pistetero: Están con el pico abierto y nos miran a ti y a mí.
…
Corifeo: … ahora me parece lo mejor que estos dos viejos sufran castigo y sean despezados por nosotros.
Pistetero: ¡Estamos perdidos!
Evélpides: Tú eres el único culpable. ¿Por qué me has hecho venir de Atenas?
Pistetero: Para que me acompañaras.
Evélpides: Para llorar amargamente.
Pistetero: No dices nada más que tonterías; pues ¿cómo vas a llorar, si te van a sacar los ojos?
…
Coro de pájaros.
(Antístrofa)
¡Jo, jo!
¡Corramos, lancemos nuestro ímpeto hostil,
sangriento, las alas abramos en torno,
cerquémoslos ya!
Es preciso que mueran los dos
y den a los picos festín.
Ni monte sombrío ni nube elevada
ni mar espumoso los recibirá,
logrando escapar.
Corifeo: Pero vamos ya a arrancarles el cabello y a morderlos. ¿Dónde está el comandante? ¡Que ponga en movimiento el ala derecha!
…
Corifeo (lanzándote al ataque): ¡A por ellos! ¡Adelante, el picoal frente! ¡Rápido! !A arrastrarlos, arrancarles el pelo, golpearlos, desollarlos vivos!…
Por fortuna para los protagonistas de la comedia, Pistetero y Evélpides, los pájaros no materializaron su ataque finalmente.
4- Los pájaros de du Maurier y los de Hitchcock
Daphne du Maurier
Pues bien, al evocar esta escena de Aristófanes, recordé, a su vez, algunas frases del relato que Daphne du Maurier escribió en 1963, Los pájaros.
«No sabía cómo explicarlo ahora, a la luz del día, la batalla con los pájaros sonaría absurda.» (2)
Esa acumulación y enumeración de pájaros del fragmento de la comedia de Aristófanes, la encontré de modo paralelo en una relectura de la novela corta de Daphne du Maurier.
«Los pájaros se posaban en lo alto de los tejados, en los alfeizares de las ventanas y en las chimeneas. Las especies incluían mirlos, tordos, gorriones, y, como era de esperar en la metrópoli, una gran cantidad de palomas y estorninos, y ese frecuentador del río de Londres, la gaviota de cabeza negra.» (3)
Hitchcock, al que he dedicado un artículo hace poco tiempo, adaptó para la gran pantalla el relato de du Maurier. De éste, Hitchcock sólo conserva la idea del ataque de los pájaros a los seres humanos. La historia del relato de du Maurier, centrada en un padre que intenta proteger por todos los medios a su mujer y sus dos hijos, poco o nada tiene que ver con la del maestro del suspense. La de éste es más perversa: la familia se compone de una madre autoritaria y con posible complejo de Yocasta o de Fedra, un hijo soltero complaciente y su hermana pequeña. Una rubia desconocida, con sus dos periquitos enjaulados, parece traer la desgracia al pueblo de Bodega Bay, sin que del ataque de los pájaros se dé explicación alguna y sin que el final de la película ofrezca solución posible a los acontecimientos.
«Nat escuchó el violento chasquido de la madera al astillarse y se preguntó cuántos millones de años de recuerdos estaban almacenados en aquellos pequeños cerebros, tras los hirientes picos y los taladrantes ojos, que ahora habían nacer en ellos este instinto de destruir a la numanidad con toda la certera y demoledora precisión de unas máquinas implacables».» (4)
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La imagen del paisaje desde el teatro de Acinipo es mía.
La imagen del retrato de Daphne du Maurier está tomada de AQUÍ.
(1) La traducción es de Francisco Rodríguez Adrados en Aristófanes: Las avispas. La paz. Las aves. Lisístrata. Madrid, 2000 (5).
(2) Daphne du Maurier: Los pájaros y otras historias. Ediciones Orbis. Barcelona, 1985, p. 14.
Ralf König creó su cómic Lisístrata en 1987 como una versión libre de la comedia de Aristófanes.
(Imagen de la izquierda vista aquí; imagen de la derecha vista aquí)
Efectivamente, König introduce en el desarrollo de la acción un homosexualismo entre los hombres atenienses y espartanos que no está en la comedia original. También modifica la condición de Lisístrata y Lampitó, que en el cómic son amantes lesbianas. Así, la película de Francesc Bellmunt adaptó a la gran pantalla el cómic de König, no la comedia de Aristófanes. Sirve para hacernos una cierta idea visual de la comedia original, e incluso escenas como la de Cinesias suplicando ante las murallas de la acrópolis ateniense la vuelta a casa de su mujer Mirrina son ciertamente fieles a la fuente original.
«Lisístrata» (2002), dirigida por Francesc Bellmunt, fragmento de la conjura de las mujeres griegas y del encuentro de Cinesias y Mirrina.
Fragmento de la conjura de las mujeres griegas en el cómic de Ralf König (pulsa sobre las imágenes para ampliarlas)
AQUÍ encontrarán la comedia de Aristófanes, aunque también la tienen a su disposición en la copistería del centro, así la pueden ir leyendo durante las próximas vacaciones.
La literatura griega antigua se ha perdido casi en su totalidad. La tragedia griega, también.
Sólo conservamos obras trágicas completas de tres autores: Esquilo, Sófocles y Eurípides.
Esquilo, según el léxico la Suda, escribió 90 tragedias, de las que sólo conservamos completas 7, es decir, menos de un 8 por ciento.
Sófocles, según el léxico la Suda, escribió 123 tragedias, de las que sólo conservamos completas 7, es decir, menos de un 6 por ciento.
Eurípides, según una Vida manuscrita, escribió 92 tragedias, de las que se han conservado completas 18.
Estos tres autores trágicos, según las fuentes citadas, escribieron en conjunto 305 tragedias, de las que nos quedan 32 completas, es decir, un 10 por ciento.
La tragedia más antigua conservada es Los Persas de Esquilo que data del 472 a. C. La tragedia conservada más reciente es Las Bacantes de Eurípides, que se represento después de la muerte de su autor, aproximadamente en el 405 a. C. Entre la fecha de Los Persas y de Las Bacantes hay una diferencia de 67 años.
Todos los años en Atenas, a finales del mes de marzo, se representaban 3 tragedias de 3 autores que competían entre sí, es decir, se representaban 9 tragedias.
En 67 años se podrían haber llegado a representar en Atenas 603 tragedias. Si la producción conjunta conservada de Esquilo, Sófocles y Eurípides es de 32 tragedias, lo que se nos ha conservado de este género literario constituye un 5 por ciento de la posible producción trágica total de entre 472 y 405 a. C.
Antes de 472 a. C., otros autores como Tespis, Prátinas, Quérilo y Frínico escribían tragedias que se llevaban a escena. Muchos otros autores como Aqueo, Agatón, Queremón, Critias, Ezequiel, Ión de Quíos, etc., escribieron y representaron tragedias.
Aunque Esquilo y Sófocles ganaron muchas veces el festival de tragedias, otros muchos autores se les impusieron a ellos y a Eurípides (que, el pobrecito, sólo ganó 4 veces).
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¿Cuál sería nuestra imagen de la tragedia griega en general si se hubieran conservado la mayoría de las obras de los autores que las escribieron?
¿Cuál sería nuestra imagen de la tragedia griega y de los tres autores trágicos mencionados de habérsenos conservado la totalidad o, al menos, la mayor parte de sus tragedias?
¿Hasta qué punto, por la influencia de Aristófanes y de Aristóteles, debemos seguir manteniendo la visión de que Esquilo, Sófocles y Eurípides fueron los máximos representantes de la tragedia, casi los únicos?
¿Por qué se ha aceptado tácitamente que carecen de relieve las tragedias escritas antes de 472 a. C. y después de 405 a. C. por otros autores que no son «los tres»?
¿Por qué se ha acuñado el término «trágicos menores» para los autores trágicos que no son Esquilo, Sófocles y Eurípides?
¿Qué pasaría si en algún lugar del mundo apareciese alguna tragedia griega de las consideradas perdidas?
¿Qué pasaría si en algún lugar del mundo se conservasen la mayoría de las tragedias griegas que no conocemos?
(Tómense todos los números como relativos y aproximados. Se refieren al s. V a. C. Por supuesto, habría muchos aspectos que matizar en todo lo escrito arriba.)