ΔΗΜΟΣ 441 a. C-Capítulo IV
Posted by Ricardo en 9 junio, 2014
El séptimo día antes del mes de metagitnión, el peletero Anaxágoras, salía de madrugada de su casa. Le molestaba hacerlo, pero había recibido el encargo de su patrón de llegar a El Pireo al amanecer para recoger un importante cargamento de pieles con el que se esperaba hacer un buen negocio. Tenía que pasar por las cuadras para recoger el caballo del jefe. Unos siete kilómetros desde Atenas hasta el Pireo a través del camino entre los Muros Largos le aguardaban y los caminos por la noche eran muy peligrosos. Avanzaba la madrugada cuando Anaxágoras bajaba las escaleras de la casa del Cerámico en la que malvivía. Ni la escalera ni la entrada del pequeño edificio tenían iluminación. Tropezó allí con un gran bulto y casi cayó al suelo. No era extraño, pues muchos indigentes, mendigos o esclavos se colaban en esta parte de las casas para no dormir al raso. Maldiciendo sintió deseos de sacar su gran cuchillo y degollar a aquel individuo. Se contuvo. Tenía prisa.
Glicónides trabajaba en “Las Diez Campanas”, la taberna más famosa del Cerámico. La orden de su patrón era que se abriera la taberna hacia la mitad de lamadrugada, para atender la recogida de las mercancías que los carreteros repartían antes de que amaneciera: agua, vino, aceite de oliva, miel, pan, sal, embutidos y algunos dulces. Este trabajo le tocaba a Glicónides, pues vivía en la misma vuelta de la esquina de “Las Diez Campanas”. Ya casi terminaba la madrugada y Glicónides resbaló en la entrada de su casa con algún líquido espeso y pegajoso. Pensó: “Malditos borrachos”. Acercó su pequeña lámpara de aceite y descubrió horrorizado el cuerpo inerte de una mujer pequeña y gruesa. Salió corriendo y tuvo la suerte de encontrar a uno de los arqueros escitas que patrullaban por las calles de noche.
Se avisó a un médico que informó a las autoridades: aquella mujer había sido asesinada; apuñalada repetidas veces por su cuello y su torso con algún tipo de afilado cuchillo. Era una porné de esa zona, ya mayor, de casi 40 años. Las autoridades pensaron que debía llevarse a cabo una investigación profunda esta vez, para lo que se requirieron los servicios del investigador Aristón.
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