ΔΗΜΟΣ 441 a. C-Capítulo III: «Eres carne muerta»
Posted by Ricardo en 9 junio, 2014
Aquella extraña primavera dejó paso a un tórrido verano que agudizó en Atenas las penurias de los más desfavorecidos en el Cerámico.
Las noches invitaban a pasear por las callejas, si bien cualquier ciudadano sensato sabía que eso podía llegar a ser peligroso. Pero el fabricante de armas Licócides quiso tomar el aire aquella primera madrugada del mes de Metagitnión. Se sentía seguro con su cuchillo y una buena antorcha de tea de pino que le daría luz al menos durante media hora. Equipado de esta manera, se lanzó a caminar por aquel oscuro laberinto que era el Cerámico.
Del fondo de un oscuro callejón salía una voz ronca y pastosa. Escuchó algo así como:
«Si tú y tus amigas, esas otras asquerosas pórnai, no me entregáis cinco óbolos cada una a la semana, te voy a… cortaré…»
Licócides, que se había asomado al callejón, contemplaba un afiladísimo cuchillo en la mano del hombre que apuntaba muy de cerca a uno de los ojos de la mujer. Aquel vio la luz de la antorcha y ocultó el cuchillo rápidamente tras su espalda. Se dirigió al transeunte con malas formas:
-¿Y tú qué quieres?
-Deja en paz a esa mujer -dijo Licócides.
-Esto no es una mujer, amigo, es un esqueleto pintado de albayalde.
-Te he dicho que la dejes -insistió Licócides blandiendo su cuchillo y amenazando a aquel hombre.
-¡Quédatela, si quieres, puedes mandarla a ahorcarse, ella tampoco es nada para ti!
Y, antes de perderse en la oscuridad, aquel extraño hombre, le susurró a la mujer: «Eres carne muerta«.
Cuchillos griegos (imagen vista AQUÍ)
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