LAS ASUSTANIÑOS DE LA MITOLOGÍA GRIEGA Y «LA BELLA SEÑORA» STOKERIANA
Posted by Ricardo en 26 octubre, 2010
Viene siendo tradicional en «Helleniká» el dedicar por estas fechas un artículo a mis alumnos/as sobre cosas sobrenaturales o de terror en el mundo griego.
Empezó la costumbre hace dos años respondiendo a la pregunta de «¿Quién asusta a los niños?» en la mitología griega. Algunos meses después descubríamos no sólo la etimología de la palabra «demonio», sino también cómo éste, cuando se materializa en carne y hueso, sabe latín y griego. A finales de octubre del curso pasado viajábamos a las historias de «Misterio, miedo y terror en la literatura griega».
Lamia o Síbaris era un monstuo femenino que robaba niños por rencor a otras mujeres, les chupaba la sangre o los devoraba. Mormo y Mormolice eran genios femeninos, el segundo con forma de loba, que mordían a los niños. Según el léxico Suda, Gelo es un ser monstruoso al que le atraen los niños; según un escolio a Téocrito, XV, 40, se trataría de un fantasma, un alma en pena de una joven muerta que buscaba niños para llevárselos al otro mundo. Frecuentemente se confunden o asimilan estas cuatro «preciosidades».
Las Harpías eran raptoras de almas y de niños. Su forma definitiva como aves de rapiña con la cabeza de una mujer famélica y demacrada se la debemos a Virgilio, Eneida III, 216-218.
Empusa, ser infernal de la comitiva de la diosa Hécate, adoptaba la forma de una mujer hermosa para atraer a niños y jóvenes y chuparles la sangre.
No presente en la literatura griega conservada, pero sin duda originaria de esta misma tradición, es la figura de las Éstriges (strigae en latín), bien descritas por Ovidio, Fastos VI, 131 ss. como unas aves voraces descendientes de las Harpías y en todo parecidas a ellas que roban niños por la noche y les chupan la sangre. Según Petronio, Satiricón LXIII, roban a los muertos y pueden causar la muerte a los vivos si los tocan. Para saber más sobre las Éstriges se puede visitar en el interesante blog de Amparo ESTE ARTÍCULO.
Todos estos personajes tienen en común ser de condición femenina, la atracción por los niños y el gusto por la sangre.
La novela Drácula (1.893) de Bram Stoker abunda en elementos y motivos de tradición clásica. El final del capítulo XIII nos cuenta, a través de unos recortes de prensa, la noticia de la extraña desaparición de niños en el barrio de Hampstead, en Londres. Los niños solían aparecer un día después de su pérdida con unas pequeñas marcas de sangre en el cuello, pálidos y muy débiles, diciendo que habían estado con la «Bella Señora». El texto completo del final de este capítulo se puede encontrar en el artículo anterior a éste. En el final del capítulo XIV asistimos a una conversación entre el profesor Van Helsing y el doctor Seward (1):
(Van Helsing se dirige a Seward) «…¿Sigue pensando que esos pequeños orificios en las gargantas de los niños tienen el mismo origen que los de Lucy?… Pues se equivoca… ¡Los ha hecho la señorita Lucy!»
La señorita Lucy es uno de los personajes de la novela de Stoker, una joven amiga íntima de Mina, otra de las protagonistas. Lucy muere en capítulos anteriores por una pérdida masiva de sangre producida por las heridas que Drácula le inflige en el cuello. En el capítulo XVI, Van Helsing y Seward acuden al cementerio donde fue enterrada Lucy, para sosprender a esta no-muerta en sus actividades nocturnas (2):
«Hubo un largo rato de silencio, un vacío profundo y doloroso. Luego el profesor siseó, señalándonos una figura blanca e imprecisa que, apretando contra el pecho un bulto oscuro, avanzaba hacia nosotros por la avenida de los tejos….La figura blanca avanzó hacia nosotros… Sentí que se me helaba la sangre en las venas, al tiempo que escuché el grito de asombro de Arthur al reconocer las facciones de Lucy Westenra. Sí, era ella, pero ¡qué cambiada estaba! Su habitual dulzura se había convertido en inexorable y despiadada crueldad, y su pureza de siempre en desenfrenada voluptuosidad… Van Helsing levantó su linterna y retiró la tapa corrediza: su luz concentrada cayó sobre el rostro de Lucy y pudimos ver que tenía los labios rojos por la sangre fresca que le corría por la barbilla, mancillando la pureza de su mortaja de linón. En cuanto nos vio Lucy… retrocedió, dejando escapar un gruñido de rabia, como los que emite un gato cuando se le coge desprevenido. Después nos recorrió uno a uno con la mirada. Eran los mismos ojos de Lucy, en cuanto a forma y color, pero, en lugar de aquellas pupilas puras y bondadosas que todos conocíamos, ahora brillaban en ellos la salacidad y el fuego infernal… Con gesto despreocupado arrojó al suelo, insensible como un demonio, al niño que hasta entonces había apretado contra su pecho con tanto empeño, gruñendo como un perro cuando le quitan un hueso. El niño profirió un chillido y quedó allí tendido, gimoteando…»
Imagen del cómic Drácula de Fernándo Fernández (3)
Tal vez pudo inspirarse Bram Stoker en las asustaniños de la mitología clásica para componer los rasgos de su «Bella Señora», es decir, la señorita Lucy como un vampiro que, tras su muerte, roba niños para chuparles la sangre. Recordemos que en el capítulo III de esta novela Drácula impide que sus tres compañeras, vampiras no-muertas como él, ataquen a su huésped Jonathan Harker, acción que consigue ofreciéndoles a un niño pequeño apresado dentro de un saco (4):
– «¿No tendremos nada esta noche? -dijo una de ellas, conteniendo la risa, mientras señalaba la bolsa que el conde había arrojado al suelo, y que se movía como si dentro hubiera un ser vivo. Por toda respuesta el conde asintió con la cabeza. Una de las mujeres se abalanzó sobre el saco y lo abrió. Si mis oídos no me engañaron, lo que oí fue un jadeo y un débil gemido, como de un niño medio asfixiado. Las mujeres rodearon la bolsa, al tiempo que yo me sentí horrorizado. Mas cuando miré habían desaparecido, y con ellas el espantoso saco.»
En rumano (no debemos olvidar que el príncipe Vlad Tepes, es decir, Drácula, era de allí) strigaica-strigoaica significa «fantasma», atribuyéndose el término en general para los chupasangre. También existe el término «striga» para aludir a la bruja que después de muerta continúa sus actividades como vampiro. Bram Stoker hace referencia en dos ocasiones a términos muy parecidos, de esta misma raíz.
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(1) Bram Stoker: Drácula. Edición de Juan Antonio Molina Foix. Madrid, Cátedra, 2003 (6ª. edición), p. 367
(2) Ibidem, pp. 391-392
(3) Fernando Fernández: Drácula de Bram Stoker (cómic). Barcelona, Toutain Editor, 1984, p. 67.
(4) Bram Stoker: Drácula, p. 152, 154.
Isabel said
Genial, estupendo, magnífico, extraordinario y muy oportuno para estas fechas. Gracias por compartirlo.
Un abrazo.
nadamasquelaverdad said
Muy ilustrativo, sí señor…
Ricardo said
Isabel: muchas gracias. Estaba hecho especialmente para las fechas, sí. Un abrazo.
Rafa: Me alegro mucho si te ha gustado. Un saludo cordial.
luz said
señor profesor, deVoraba. Devorar es con «v» (sobre la Lamia)
Ricardo said
Hola, Luz: bienvenida al blog y muchas gracias por tu comentario. Todas las correcciones u observaciones de los/as lectores/as en cuanto a forma o contenido de los artículos son bien recibidas. Desde luego, debería haber sido más cuidadoso. Ya está subsanado el error. Muchas gracias de nuevo y espero que este artículo haya sido de tu agrado. Un saludo.
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