Espero que este tutorial gráfico les sea de utilidad.
Posted by Ricardo en 29 septiembre, 2009
Espero que este tutorial gráfico les sea de utilidad.
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Posted by Ricardo en 27 septiembre, 2009
Todos/as los/as impartimos Griego I en 1º. de Bachillerato estamos introduciendo a nuestro alumnado en la lengua griega antigua, empezando por su alfabeto. Tal vez sea por eso que ahora me encuentro letras griegas hasta en la sopa (confieso que de una manera altamente subjetiva).
Por cuestiones que no vienen al caso, hoy he estado viendo algunas escenas de la conocida película «El club de los poetas muertos» (1989). Quienes hayan visto la película saben que los alumnos llamaban a su profesor de Literatura, John Keating, «Capitán», en referencia a unos versos de Walt Whitman. La última escena de la película me hizo pensar que el plano y la disposición de los alumnos subidos a las mesas, en valiente homenaje a su profesor expulsado del colegio, no era casual. Cambiando de lugar, por ejemplo, al primero de ellos o desplazando ligeramente el punto de vista de la cámara (que se sitúa en la mirada del profesor) se hubiera deshecho la IMAGEN DE LA LETRA DELTA QUE SE FORMA (en el minuto 4 y 30 segundos del vídeo insertado), la letra griega por la comienza la palabra
es decir, «maestro» en griego antiguo. Un hermoso homenaje, sí.
Actualización (28 de septiembre de 2009): He sido un poco torpe porque escribí la palabra griega empezándola con minúscula. La letra que los alumnos forman es la delta mayúscula, que es como un triángulo equilátero o isósceles. En el plano de la película el triángulo está invertido apuntando al profesor Keating (ya empecé diciendo que esta interpretación del plano era «altamente subjetiva»)
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Posted by Ricardo en 22 septiembre, 2009
Aquí les dejo alguna información adicional a la tratada en clase sobre el alfabeto griego.
Imagen de Guille vista aquí
Imagen de Morán vista aquí
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Posted by Ricardo en 21 septiembre, 2009
Les doy la bienvenida a todos/as al curso 2009/10 y a este blog. Espero que tengamos un año estupendo y también responder como tutor y profesor de Griego a sus expectativas y no defraudarles. Les deseo que este curso escolar les vaya a todos/as muy bien y consigan sus objetivos.
Mientras voy recopilando material sobre el alfabeto griego, les recomiendo que visiten este post del estupendo blog de Isabel y que escuchen el rap del alfabeto griego en el igualmente estupendo blog de Margalida.
Para empezar con unas sonrisas, ahora les dejo con la «Canción del alfabeto griego de un sábado noche». Espero que les guste. ¿Inventarán ustedes su propia canción?
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Posted by Ricardo en 21 septiembre, 2009
El oro de los tigres de Jorge Luis Borges se publicó en el año 1972. En este libro se incluye su breve apólogo «Los cuatro ciclos», en el que el argentino expresaba una adhesión absoluta por la tradición literaria griega y los mitos clásicos. He aquí el relato.
Los cuatro ciclos (1)
Cuatro son las historias. Una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. Los defensores saben que la ciudad será entregada al hierro y al fuego y que su batalla es inútil; el más famoso de los agresores Aquiles, sabe que su destino es morir antes de la victoria. Los siglos fueron agrandando elementos de magia. Se dijo que Helena de Troya, por la cual los ejércitos murieron, era una hermosa nube, una sombra; se dijo que el gran caballo hueco en el que se ocultaron los griegos era también una apariencia. Homero no habrá sido el primer poeta que refirió la fábula; alguien, en el siglo catorce dejó esta línea que anda por mi memoria: The borgh britened and brent to brondes and askes. Dante Gabriel Rosseti imaginaría que la suerte de Troya quedó sellada en aquel instante en que Paris arde en amor de Helena; Yeats elegirá el instante en que se confunden Leda y el cisne que era un dios.
Otra, que se vincula a la primera, es la de un regreso. El de Ulises, que, al cabo de diez años de errar por mares peligrosos y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Itaca; el de las divinidades del Norte que, una vez destruida la tierra, la ven surgir del mar, verde y lúcida, y hallan perdidas en el césped las piezas del ajedrez con que antes jugaron.
La tercera historia es la de una busca. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior. Jasón y el Vellocino; los treinta pájaros del persa, que cruzan montañas y mares y ven la cara de su Dios, el Simurg, que es cada uno de ellos y todos. En el pasado toda empresa era venturosa. Alguien robaba, al fin, las prohibidas manzanas de oro; alguien al fin, merecía la conquista del Grial. Ahora, la busca está condenada al fracaso. El capitán Ahab da con la ballena y la ballena los deshace; los héroes de James o de Kafka sólo pueden esperar la derrota. Somos tan pobres de valor y de fe que ya el happy-ending no es otra cosa que un halago industrial. No podemos creer en el cielo, pero sí en el infierno.
La última historia es la del sacrificio de un dios. Atiis, en Frigia se mutila y mata; Odín, sacrificado a Odín. El Mismo a Sí Mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo es crucificado por los romanos.
Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas.
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La primera historia es la historia de una guerra de asedio y está narrada en la Ilíada. ¿Cuándo quedó sellado el destino fatal de Troya? ¿Tal vez cuando Laomedonte incurrió en hýbris incumpliendo su trato con Poseidón y Apolo; o bien cuando el pastor que era un príncipe le otorgó la manzana de la belleza a Afrodita? ¿Qué quiere decir el quinto verso del primer libro de la Ilíada («y el plan de Zeus se cumplía»)? ¿A quién se llevó Paris a Troya: a Helena o a una doble fantasmal? (2) ¿Qué podían hacer los seres humanos si ya no eran más que marionetas manejadas por los dioses?
La segunda historia es continuación de la primera: terminada la guerra, los héroes aqueos victoriosos vuelven a su patria. Regresan, pero uno de sus caudillos, Odiseo-Ulises, se pierde en el mar y vaga durante diez años hasta llegar a su casa y reencontrarse con su familia. Este es el argumento de la Odisea. ¿No somos todos acaso Ulises? ¿No nos perdemos alguna vez en mares ignotos? ¿Por qué vida no han pasado Sirenas, Circes y Calipsos? ¿Y el ánsia por llegar? ¿Y el viaje? ¿Y la espera? ¿Y el reencuentro? ¿No es nuestra vida una Odisea?
La Ilíada y la Odisea se atribuyen (aunque con reservas) a Homero.
La tercera historia, la del viaje de Jasón y los Argonautas en busca del vellocino de oro, la escribió Apolonio de Rodas en las Argonáuticas. El viaje de Jasón y sus compañeros, de ida y vuelta, estuvo lleno de peligros y de aventuras, algunas de ellas idénticas a las de la Odisea (Escila y Caribdis, encuentro con las Sirenas). ¿Sabemos qué queremos? ¿Qué buscamos? ¿Para qué nos sirve lo que buscamos? ¿Cuándo encontraremos a nuestro Simurgh?.
Hasta aquí, Borges cita las fuentes griegas como ejemplo arquetípico de las historias literarias posibles. Pero en la cuarta… En la cuarta, la que corresponde al sacrificio de un dios, se le olvidó al argentino citar a Prometeo, el titán benefactor de la humanidad que robó el fuego a Zeus para entregárselo a los seres humanos. Por ello, Prometeo fue castigado y encadenado a una roca. Un águila la roía las entrañas de día y de noche se le regeneraban (3). Esta historia se encuentra en la tragedia de Esquilo Prometeo encadenado. ¿Somos Zeus o Prometeo? ¿Cómo contribuimos al bien común los seres humanos? ¿Dónde queda nuestro espíritu de sacrificio?
Si a partir de estos cuatro ejemplos sólo podemos esperar variaciones, ¿se ha agotado la literatura?, ¿se han agotado los argumentos? La literatura griega está en nosotros y en nuestras vidas. Este curso la estudiaremos desde un punto de vista diferente.
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(1) Jorge Luis Borges: El oro de los tigres. En Prosa Completa 4. Barcelona, Bruguera, 1985
(2) En la «Palinodia de Helena», Estesícoro de Hímera escribió: «Esta historia no es cierta. Ni fuiste en los barcos bien provistos, ni alcanzaste las ciudades de Troya». Y leemos en la tragedia de Eurípides Helena (habla ella, versos 31 a 35): «Pero Hera, ofendida por no haber vencido a las otras diosas, hizo volar con el viento mi unión con Paris, y no me entrega a mí abrazada al hijo del rey Príamo, sino a un espectro vivo semejante a mí fabricado de aire».
(3) El sacrificio de Prometeo en favor del ser humano y su papel como «justo doliente» ha sido señalado por los exégetas cristianos, comparando al dios griego con Jesucristo.
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Posted by Ricardo en 17 septiembre, 2009
Vamos a compartir otro curso más juntos. Presiento que va a ser especial. Quiero darles la bienvenida, DESEARLES UN MAGNÍFICO CURSO 2009/10 y mucha suerte en sus estudios. También quiero animarlas a que participen en el blog con sus comentarios y sus aportaciones.
Para terminar, les dejo con unas frases de quien será nuestro abuelo adoptivo durante el curso, Jorge Luis Borges:
«Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas».
Y como hablando de Borges debe estar presente un acertijo, ¿saben a qué cuatro historias se refiere nuestro «abuelo»?
(Imagen vista aquí)
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Posted by Ricardo en 16 septiembre, 2009
Escribió Luis Cernuda sobre sí mismo en «El poeta y los mitos» de su obra Ocnos (las negritas y el subrayado son míos):
Bien temprano en la vida, antes que leyeses versos algunos, cayó en tus manos un libro de mitología. Aquellas páginas te revelaron un mundo donde la poesía, vivificándolo como la llama al leño, trasmutaba lo real. Qué triste te apareció entonces tu propia religión. Tú no discutías ésta, ni la ponías en duda, cosa difícil para un niño; mas en tus creencias hondas y arraigadas se insinuó, si no una objeción racional, el presentimiento de una alegría ausente. ¿Por qué se te enseñaba a doblegar la cabeza ante el sufrimiento divinizado, cuando en otro tiempo los hombres fueron tan felices como para adorar, en su plenitud trágica, la hermosura?
Que tú no comprendieras entonces la casualidad profunda que une ciertos mitos con ciertas formas intemporales de la vida, poco importa: cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron. Aunque al lado no tuvieses alguien para advertirte del riesgo que así corrías, guiando la vida, instintivamente, conforme a una realidad invisible para la mayoría, y a la nostalgia de una armonía espiritual y corpórea rota y desterrada siglos atrás de entre las gentes.
Como vimos en el artículo anterior de esta serie, Luis Cernuda leyó a Bécquer con 11 años. En este párrafo declara que antes de leer «versos algunos», lo que incluye entonces a Bécquer, leyó un libro de mitología. Según la frase «cayó en tus manos», da la impresión de que se trataba de una lectura azarosa y casual. No hay dato alguno en el texto que nos indique qué edad entiende Cernuda para «bien temprano en la vida». Podrían ser 7, 8, 9 ó 10 años. O menos. A partir de aquí , y a falta de datos, es necesario dejar claro que entraré en el terreno de la conjetura.
No es muy habitual que un niño de menos de 11 años se interese y lea un libro de mitología para adultos. Pero los libros de Bécquer que leyó Cernuda lo eran. Por tanto, tal vez el niño leyera un libro de mitología para adultos. También es posible y quizás más probable que, siendo aún muy pequeño, el libro de mitología que cayera en sus manos fuera un libro para niños.
Me cuenta mi madre que los libros de Bécquer no fueron los únicos que prestaron Luisa y Brígida de la Sota a las hermanas de Luis. Al parecer no era costumbre extraña que Luisa y Brígida prestaran libros a sus primas (que al parecer terminaba leyendo Luis), pues el padre de aquéllas, Mariano de la Sota y Lastra, por sus estudios e inquietudes intelectuales (era doctor en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras), poseía una gran biblioteca.
Tal vez si ese libro de mitología al que hace referencia Cernuda cayera en sus manos porque se lo prestaran sus primas bien a sus hermanas, bien a él, entonces se podría saber qué libro es. Tal vez éste.
Se trata del opúsculo de Fernán Caballero La mitología contada a los niños y los grandes hombres de Grecia (1865), al que le dediqué esta entrada ya hace tiempo (allí hay más detalles). Es un libro precioso y entrañable con unos pequeños grabados hermosísimos, muy apropiado para introducir a los pequeños en el conocimiento de las principales leyendas y los principales personajes de la mitología griega.
Además de la reciente edición parcial (2003) de Ediciones Irreverentes, también ha aparecido una edición facsimilar (Editorial Maxtor, Valladolid, 2008) de la publicada en Madrid por el Apostolado de la Prensa en 1926.
Feliz mitología griega la que nos descubre Cernuda: «cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron». En algún lugar del mundo alguien cuenta una leyenda o narra un mito a un niño… y entonces, sin darnos cuenta, el mundo recibe un bien, se alegra y se salva.
Imagen vista aquí
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