Para Bea
Quiero invitarte a que demos juntos un paseo. Quiero enseñarte una Sevilla diferente, oculta y misteriosa, de historias y leyendas casi olvidadas; una Sevilla que generalmente pasa desapercibida para su gente y para la de fuera: la Sevilla mitológica. Ven, dame la mano, se empieza a despertar la primavera de azahar. Vamos a caminar ahora. Hoy lo imaginaremos, muy pronto, tal vez, paseemos por Sevilla juntos.
Llegaremos al centro desde Triana. Por estas mismas orillas un rey poeta árabe se enamoró de una muchacha, la hizo su reina y la amó toda su vida. Dicen que el rey paseaba con su buen amigo Ibn Amar, también poeta, dicen que ambos improvisaban versos intercambiándose los turnos, dicen que empezó el rey:
«La brisa convierte al río
en fina cota de malla…»

Ibn Amar dudaba y pensaba en una continuación adecuada. Era un excelente poeta, pero lo suyo no era la improvisación. La voz de una joven, que trajo repentinamente la brisa de la tarde, respondió al rey:
«Mejor cota no se halla
si la congela el frío.»
Entrando a la calle Alfonso XII desde Marqués de Paradas, llegaremos a la recoleta Plaza del Museo y desde allí seguiremos por la misma calle hacia adelante. En un radio de muy pocos metros, nos encontraremos, por ejemplo, con esta hermosa casa modernista de Aníbal González (aquí hay una buena información sobre ella).

O su réplica en la cercanísima calle Almirante Ulloa.

Los frontones principales de ambas casas están adornados con figuras de dragones-atlantes. Reenvío aquí para leer más acerca del dragón en la mitología griega. Como elemento escultórico-arquitectónico el dragón conforma junto a otros animales, mitológicos o no (el perro, el león, el águila, el grifo, la quimera, la esfinge, etc), un símbolo de la protección, guardia y custodia del hogar.
Desde la calle Almirante Ulloa pasamos a la calle Monsalves, donde nos encontramos con la fachada principal del Palacio de Monsalves, actualmente Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía (más información y fotografías del interior del edificio aquí).

Extraños grifos y quimeras se retuercen en la balconada de la fachada principal del edificio.

Y una pareja de dragones vigila y custodia el lugar desde lo alto.

Haremos un nuevo desvío desde la calle Monsalves a la calle Fernán Caballero donde nos encontraremos la casa de la escritora, con su clásico frontón añadido a la pequeña fachada. Siguiendo por San Eloy y por el pasaje de Doña Josefa Reina saldremos a la Plaza de la Magdalena, en donde nos volveremos a encontrar con la Fuente de Calíope, musa de la poesía épica y la elocuencia, que ya contemplamos en nuestro primer paseo.
Internándonos por la calle Rioja hasta llegar a la conocidísima calle Sierpes, terminaremos en la Plaza de San Francisco, lugar al que linda la fachada trasera del Ayuntamiento. De un bien documentado artículo de la excelente página de Julio Domínguez Arjona extraemos este esquema histórico de la fachada trasera (siempre hay que citar las fuentes):

En las partes de la fachada marcadas con azul, rojo y verde hay una gran cantidad de ornamentación. Concretamente, en la zona roja a ambos lados del arco marcado como «Arquillo», nos encontramos con las figuras de dos personajes míticos e históricos. Son Heracles o Hércules y Julio César.

Una inscripción sobre la derribada Puerta de Jerez, de las también derribadas murallas, recordaba la historia de Sevilla, desde su fundación mítica por el hijo de Zeus y Alcmena, hasta su conquista por el Rey Santo.

Por el territorio de Tartessos anduvo Heracles erigiendo sus columnas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar y llevando a cabo algunos de los últimos trabajos que le encomendó Euristeo. Al parecer, la fundación mítica de la ciudad de Sevilla se debe a este personaje mitológico (asimilado o confundido por los griegos con el marino fenicio Melkart, luego divinizado al igual que Heracles).
Antes de convertirse en la cabeza visible de Roma, Julio César fue cuestor de Hispalis (Sevilla) en el año 69 a. C. Elegido Pretor de la Hispania Ulterior en 63 a. C., fijó su residencia en esta ciudad, favoreciéndola en todo durante su cargo. Tras su victoria contra Gneo Pompeyo, y a pesar de que los hispalenses no le fueron fieles, engrandeció la urbe ampliando el perímetro de su muralla.
De la relación de estos dos personajes con Sevilla han quedado en la ciudad, restos del templo romano dedicado al primero en la calle Mármoles (del que hablaré otro día) y una alameda donde existen dos estatuas sobre columnas de cada uno de ellos, que vimos también en el anterior paseo.

También encontramos en la fachada del Ayuntamiento figuras de atlantes y cariátides, amorcillos y tritones.

En la misma plaza de San Francisco, frente a la esquina del arquillo del Ayuntamiento, la pequeña escultura de Hermes-Mercurio de la fuente con su nombre nos mira.

Y si desde la fuente nos giramos hacia la Plaza Nueva veremos la escultura del fénix del edificio de la Unión y el Fénix Español.

Aquí terminamos el paseo de hoy. En Sevilla, ocurre que, paseando, paseando por las estrechas callejas del centro, desde la fachada de una calle cualquiera nos observan un dragón, extraños personajes y, por supuesto, la concha de la diosa del amor, que nos protegerá siempre.

Mi padre vivió fascinado desde su examen oral de Reválida con el misterio histórico de una antigua civilización del sur de Europa, muy del sur: Tartessos. Desde 1976 tuvo el libro de Adolf Schulten Tartessos que ahora tengo yo de herencia. Al final de la obra, Schulten incluyó el poema que la profesora de Oxford Isabel Henderson le dedicó:

Su anillo te andaba mostrandoTartessos, vega de plata,
y ella en arenas se oculta y no se muestra.
No por maldad, pero te rehuye para que la busques.
Ya tienes su anillo, pronto también su tálamo.
__________________________________
(Documento para descargar)
Itinerario de este recorrido. pdf
*Todas las fotografías, excepto la reseñada, son mías.