Subtítulo: Y continúa la maravillosa Odisea de la vida
Hace cuatro meses escribía un artículo cuyo título era casi igual que éste (encuentren la diferencia). En él daba cuenta de ciertas decisiones que había tomado acerca de mi presente y mi futuro profesional. Se cerraba una etapa, otra nueva empezaba.
Hablaba de nuevos/as compañeros/as, nuevo alumnado, nuevos/as jefes/as, lugar nuevo de trabajo, ambiente diferente de seguro.
Llevo 18 días en mi nuevo centro y hoy ha sido mi primera jornada de clase. No sabría cómo explicar la felicidad profesional que me invade desde la incorporación. He recibido una acogida cordial y cariñosa del equipo directivo y de todos/as mis compañeros/as, he hecho rápidamente buenos amigos/as entre el profesorado y también entre el personal no docente. He tenido la suerte de caer en medio de un claustro motivado, trabajador, responsable y muy comprometido con el centro y con su profesión. Han confiado en mí sin conocerme, encomendándome una misión dura y difícil pero que me tiene ilusionado y entusiasmado: la Comisión de convivencia, mediación y tutoría afectiva. Voy a vérmelas con el alumnado más problemático del centro, ¡qué bien!, con lo que a mí me va esta marcha. Las compañeras con las que aunaré esfuerzos en esta comisión son total y absolutamente encantadoras y compartimos una visión casi idéntica de la Educación.
Y los/as alumnos/as…
Hoy he tomado contacto con un 3º. de E.S.O, dos 4º. de E.S.O. y un 1º. de Bachillerato. ¡Qué educados/as y respetuosos/as! ¡Qué simpáticos/as y formales! La primera impresión es que se trata de un alumnado que reúne las mejores condiciones para trabajar.
Hoy, como el 22 de mayo, sigo diciendo: AMO MI PROFESIÓN, SOY PROFE.